El protocolo suele ser muy cuidadoso en la organización de aquellos actos que son presididos por los máximos representantes de las instituciones, pero a veces falla de forma garrafal. Ocurrió el miércoles en la entrega de premios del décimo concurso de tapas de Zaragoza. Quienes presidían la entrega estaban sentados en la primera fila de la sala Luis Galve, pero ante ellos, por razones de visibilidad, se apostaron los fotógrafos y los cámaras de TV, de manera que quienes presidían siguieron el acto buscando huecos entre muchas espaldas...