Las transparentes declaraciones de Carod, el líder de ERC sobre los que llama "cargos de confianza", me han traído a la memoria una ocurrencia de Ernest Lluch que guardo con una colección de anécdotas para publicarlas reunidas algún día o para dejarlas a mis hijos en la alacena, el día que me vaya. Sucedió en el hemiciclo del Congreso si no fallan mis notas, el 22 de marzo de 1984 cuando otro diputado, éste del PP y también amigo entrañable, Alvaro Lapuerta, me pasó un diario madrileño con cierta noticia sobre un líder del PSOE, que aprovechando su cargo público, había colocado en la Administración al novio de una hija suya, a una sobrina del novio de la hija, a un cuñado de la sobrina etc., etc...

Cuando le quise devolver el periódico, Lapuerta me pidió que se lo enseñara a Ernest que se sentaba delante de nosotros en el llamado banco azul, como ministro de Sanidad que entonces era. Me excusé diciéndole que no me parecía precisamente oportuno pero él insistió y como tiene una voz muy audible, Ernest se acabó enterando de la porfía y preguntó a Alvaro Lapuerta qué era lo que quería que leyese. Alvaro le extendió el periódico y Ernest se sumergió durante un rato en la lectura de la información. Luego, volviéndose de nuevo hacia nosotros y sin perder la sonrisa ni censurar la noticia, opinó lo siguiente: "estaréis de acuerdo conmigo en que para familia unida, la socialista".

No obstante, sería injusto desconocer que en política, hay otras familias igual de unidas porque el poder atrae más que el imán y genera hábitos de solidaridad endogámica. "Si una vez lo probáis, Sancho, dijo el duque, comeros heis las manos tras el gobierno, por ser cosa dulcísima el mandar y ser obedecido". Y Sancho replicó así: "Señor yo imagino que es bueno mandar aunque sea a un hato de ganado". Puestos en disposición de mandar nos ponemos en ocasión de perder el oremus porque de Sancho todos tenemos genes y nos gusta con fruición, eso de mandar incluso lo que la ley o las buenas costumbres no permiten.

Ya se sabe aquello de que todos empezamos pretendiendo ser Sancho el Fuerte para pasar luego a Sancho Abarca y reducirnos al fin, a Sancho Panza. Pero el protagonista del caso de hoy parece ser Panza desde el principio. Resulta que el nuevo conseller en cap de la Generalidad catalana, recién llegado al poder y que compatibiliza la ideología que tenga, con un manifiesto amor por su familia, ha designado a un hermano suyo para un alto cargo de la Generalidad y lo justifica empleando dos razones que considera decisivas: la primera, que "verdaderamente, ¿quién mejor que un hermano para un cargo de confianza?" y la segunda, que su familia se implicó en su día, en la lucha antifranquista desde la clandestinidad (que siempre es más discreto) y que su hermano también se implicó en aquella lucha. Pese a los años transcurridos de 1975 a hoy, debe reconocerse que eso del antifranquismo es un argumento convincente porque aquella silenciosa pelea es indudable que fue preparando concienzudamente, a ese hermano de Carod para ser hoy con plena solvencia, Director General de Asuntos Interdepartamentales.

A Carod no puede reprochársele falta de sinceridad. Lo malo es que si esa confianza en el hermano "se generaliza en la Generalidad" porque los ejemplos cunden, cabe que inquiete a los electores que les votaron y que no sea bien entendido por los contrarios. Como el ejercicio del poder deriva en ocasiones, hacia la avidez, la propia ideología se va difuminando y la prosaica realidad fácilmente la remite al desván de los recuerdos. Así somos y esa común naturaleza hace que todos resultemos a la larga y a veces tan a la corta, sumamente aburguesables lo que evita otras tentaciones, vaya lo uno por lo otro.

La inercia de la condición humana sólo se vence con sacrificio y su miaja de abnegación y por eso, puestos en el trance, la mayoría de nosotros se deja persuadir de que lo que le conviene al pueblo, ¡qué casualidad!, es lo que nos cae bien a nosotros y de ser posible, a nuestros hermanos; por eso, ¡qué soledad tan dura la del líder que no tenga hermanos!, ¿en quien podrá depositar su confianza? Gracias a iniciativas tan fraternales, se vuelven los ojos hacia la familia y descubrimos que en la nuestra reside la panacea política de los intereses públicos. ¡Bendita clarividencia la de Carod que así empieza y ya veremos cómo termina!. Según aseguraba Romanones que de ello sabía un rato, la confianza se logra por lo que se hace no por lo que se dice.