El desencuentro entre los sindicatos y Mariano Rajoy en la reunión del pasado miércoles fue el preludio de un Primero de Mayo marcado por el 26% de paro estimado por la EPA del primer trimestre y un cuadro macroeconómico del Gobierno desesperanzador para la creación de empleo. Así, la propaganda de la recuperación no caló en quienes acudieron a las movilizaciones, cuyo cuadro microeconómico, más realista, refleja que aún hoy los puestos de trabajo están amenazados, la precarización se apodera de la contratación y los parados de larga duración se enquistan, justo antes de salir de la cifra oficial de desocupación.

Cuando incluso tener un trabajo no salva a muchos españoles de la pobreza, el cálculo oficial de que la economía crecerá este año un 1,2% no constituye una respuesta ajustada y efectiva para el principal problema que sufre la población: la falta de trabajo. Mucho peor, si cabe, cuando el Ejecutivo se resigna a contabilizar un 20% de paro en el 2017, como consta en los papeles enviados a Bruselas. Un mensaje negativo, de forma especial, para los que en estos años esperan incorporarse al mercado laboral. ¿No es este un objetivo tan importante, por lo menos, como el de luchar contra el déficit, incluso por encima de las exigencias europeas?

El jueves, millares de personas volvieron a la calle para recordar que no es momento para la autocomplacencia, que las familias aún se encuentran bajo los efectos de una economía de guerra y que la base del crecimiento de un país, de su economía, está en la ocupación y no en el destino último de la subvención o, luego, de la marginalidad. El mercado laboral es el tablero donde se dirime el futuro de un país. Alemania, en estos momentos, ya experimenta con nuevos avances en I+D en el seno de las empresas, mientras que en España se enrocan las posiciones y se fía la competitividad solo a la reducción de los salarios y a los contratos parciales. El paradigma, para todo el mundo, debe cambiar, puesto que el propósito es la creación de riqueza que haga prosperar al país. Y eso no es posible si una parte de la población queda rezagada o postergada. Por ese motivo, el resultado de la cita entre Rajoy y los sindicatos emite una mala señal. Mala en vísperas del Primero de Mayo. Mala en vísperas de una protesta a la que asiste la razón de casi siete años de crisis y un 26% de desempleo.