Me cuentan que algún mando policial está deslizando por ahí, por supuesto sin micrófonos delante, que las fuerzas de seguridad están muy preocupadas porque los antisistema de toda Europa están llamados a acudir a Barcelona el 1 de octubre. Ya saben, son esa gente que acude a una ciudad en la que se celebra un evento, conferencia o cumbre y lo revienta a base de ultraviolencia callejera. Están muy bien organizados, y son, ni más ni menos, que los primos de la CUP, ese partido antisistema que está dentro del sistema en otra de las muchas contradicciones que estamos viviendo estos días. De ahí ese llamamiento a que los policías se presenten voluntarios para desplazarse en esas fechas a Barcelona, y no por miedo a que los catalanes partidarios de la independencia vayan a pegarle fuego a las ciudades. Eso dicen. Porque si algo hay que sacar de bueno en esta campaña es que no se ha producido ni un solo acto de violencia hasta ahora. La única violencia es la que sufre el sentido común cuando el ministro de Propaganda del Régimen, el Gran Rufián, aparece en pantalla. Pero esto lo soportaremos; cada país tiene su cruz. Pero a lo que iba: hasta ahora, el proceso catalán se está resolviendo a base de “a los tribunales vas a ir” por una y otra parte, y a muchos carteles fotocopiados, mucha sentada por la paz y el derecho a voto y mucho mitin ante una audiencia cautiva y entregada. Así que, llegados a este punto, en el que lo imposible está a punto de pasar, lo único que podemos desear es que la cosa siga así de pacífica.

*Periodista