Se afianza en la tabla El Príncipe, la serie de Tele 5 que obtuvo cinco millones y medio de audiencia, y señala un camino: el de los trabajos bien realizados. El Príncipe, ya lo saben, no es el heredero de un rey, sino un barrio de Ceuta. Claro, cuando rodaron esta serie, no había saltado todo el escándalo de los muertos en la bahía, con lo que ese drama les es ajeno. Pero yo tengo esperanza de que además de mostrar la crisis económica, la diversidad cultural, y el tráfico de violencia de ese barrio, aparezca un día el fenómeno que ahora nos ocupa: el tránsito de subsaharianos que encuentran en esa playa el destino final de sus viajes de dolor. Es curioso que las diversas teles no hayan acercado el foco hacia los protagonistas del drama para que nos cuenten qué sienten. Nadie lo hace.

Tengo que escucharlo en un admirable reportaje que nos sirve ese gran periodista callejero que es Juanjo Hernández, en Radio Zaragoza, que se acerca a un centro de acogida y se entrevista con personajes (sin documentación) que cuentan el calvario que sufrieron hasta llegar a nuestra ciudad. Es difícil no conmoverse ante esas terroríficas historias de persecuciones y pateras, de hambre y violencia. Nos pone rostro a la estadística, tan proclive a tapar nuestros sentimientos. ¡Bah, son negros africanos! Gente poco civilizada. El reportaje es un zarpazo, una bofetada. Nos deja en evidencia como seres humanos. Y claro que hay que hacer algo con ese problema. Cualquier cosa menos disparar y mirar hacia otro lado.