La Cámara de Cuentas ha fiscalizado la gestión económica de la Universidad de Zaragoza y ha puesto el foco en un problema que no es nuevo pero que tampoco se soluciona: el de la elevada temporalidad y el alto número de interinos que forman el claustro universitario. Tanto el Gobierno de Aragón como la institución académica deben hacer un esfuerzo económico para resolver esta situación, por varios motivos. El primero, para garantizar seguridad y estabilidad en el empleo de los docentes, y el segundo también para dotar de mayor excelencia profesional a los centros. Cierto es que el campus público siempre tiene necesidades financieras y nunca pueden ser cubiertas del todo, a pesar de que en los últimos años se ha realizado un esfuerzo presupuestario notable para dotarlo de recursos suficientes. Pero merece aumentar ese esfuerzo para acabar con este problema de la temporalidad en el empleo.