No es necesario recurrir a los aforismos de Gracián para recordar la complicada relación que tenemos de antiguo con la verdad. Mentir se ha mentido siempre y es difícil mantener una vida social más o menos rica sin este aderezo, mezcla de disfraz y buena educación. Sin embargo, con la potsmodernidad nuestra relación con la verdad se ha vuelto todavía más problemática, como muestra la aparición de toda una serie de términos que indican el creciente divorcio del discurso público con la literalidad de los hechos. La llegada de la postverdad y de las fake news constituye una manifestación de esta relación problemática, que ha hecho de la mixtificación de cualquier acontecimiento a manos de quienes tejen el «relato» un modo de relacionarnos con el mundo.

Estos días, al calor de una nueva campaña electoral, hemos conocido un caso que ilustra la sofisticación que ha alcanzado este proceso. Según publicó el pasado fin de semana el diario El País, el candidato del PP a la presidencia del Gobierno de Aragón, Luis María Beamonte, habría aceptado la acusación de falsear su currículo académico con tal de no verse implicado en un nuevo escándalo de obtención irregular de títulos por parte de la Universidad Rey Juan Carlos, como le había sucedido a su compañera de partido Cristina Cifuentes.

Al parecer, Beamonte terminó en enero de 2017 su licenciatura de Derecho la friolera de 35 años después de iniciar sus estudios. En febrero de ese año resultó elegido por su partido como nuevo presidente regional y pudo acceder al cargo ya como titulado. Fue precisamente este cambio en su currículo el que llamó la atención de Heraldo de Aragón, que le acusó de mentir ya en septiembre de 2018. Con la dimisión de la ex presidenta de Madrid todavía fresca, Beamonte prefirió pasar por mentiroso y calló. Como alcalde de Tarazona, había inaugurado en más de una ocasión los cursos de verano que dicha universidad lleva celebrando en la ciudad desde hace 16 años.

Lo relevante del caso, más allá de su trascendencia política y de las aclaraciones sobre la limpieza del proceso, es el refinamiento en el engaño. De hecho, Beamonte reconoce ahora que «gestionó mal» este asunto, porque prefirió asumir como verdadera una acusación falsa a defender la veracidad de sus méritos y afirmaciones, a la vista de las complicaciones que esto le podría acarrear. Aquí mentir funciona como sinónimo de renegar de la verdad, antes que de violentarla. Esto es algo que se ha ido interiorizando en los medios de comunicación, donde el equívoco, la asunción de medias verdades o el silencio en torno a cuestiones importantes pueden pergeñar un engaño mayor que una mentira. Tal y como denunció el maestro Eco en su última novela, Número Cero, hay verdaderos especialistas en la publicación interesada de información para rebajar o amplificar los escándalos en función de intereses políticos, económicos o personales. Se trata de artificieros capaces de realizar una «explosión controlada» o una «detonación en cadena», y gracias a estas habilidades ocupan puestos directivos.

Otra noticia, la sentencia del caso Saqueo sobre las irregularidades del proyecto logístico Plaza, ha obligado estos días a la sociedad aragonesa a enfrentarse con una verdad que lleva tiempo evitando: la existencia de una corrupción parangonable a la de otros territorios. Sin embargo, la constatación de que se urdió un sistema para adjudicar fraudulentamente las obras, que se hincharon los precios y que se produjo un desmesurado enriquecimiento ilícito por parte de sus gestores ha supuesto, para el actual presidente de la comunidad, una muestra de la «limpieza» del ejecutivo de Marcelino Iglesias. La exoneración del que fuera viceconsejero de Obras Públicas y Consejero Delegado de la sociedad pública, Carlos Escó, se ha convertido así en un título de honradez frente al latrocinio perpetrado por su gerente, Ricardo García Becerril. En este último caso, sí ha quedado demostrado que llegó a amasar una considerable fortuna en inmuebles y dinero efectivo, que se pagó viajes de placer con cargo a la sociedad y que propició la contratación fraudulenta de una de sus hijas para que cobrara el paro. Pero, al parecer, aquí no hubo más responsabilidades; ni in eligiendo ni in vigilando. H *Periodista