Los servicios de seguridad de Correos evitaron ayer que las cartas bomba depositadas en un buzón de Zaragoza fueran entregadas a sus destinatarios, tres periodistas de otros tantos medios de comunicación en Madrid. La profesionalidad del servicio, que respetó todo el protocolo de seguridad, permitió que el escaner detectara los explosivos y consiguió frenar un nuevo atentado contra la libertad de expresión. Los terroristas, sean del signo que sean, han intentado callar muchas voces en muchas ocasiones. Afortunadamente, tampoco esta vez lo han conseguido. Pueden callar una voz, pero no un derecho constitucional.