Quienes han cumplido los 65 suman ya más del 20% de la población española, porcentaje camino de hasta un 30% previsto no muy tarde. Sin duda, una masa de votantes nada desdeñable que, a tenor de lo visto en sus declaraciones y manifestaciones, opta con claridad por defender su pensión y sus derechos sin someterse a idearios, programas y prescripciones partidistas. Enfrente, quienes desdeñan la fuerza de la tercera (y cuarta) edad, tienden a ignorar que esos mayores son luchadores impenitentes y curtidos en mil batallas, en una época donde enarbolar banderas suponía un riesgo desconocido por las nuevas generaciones, educadas en la libertad y beneficiarias de un bienestar y privilegios impensables antaño.

La todavía vigente crisis económica ya hizo patente el trascendental papel jugado por los queridos yayos, fuera con su aportación pecuniaria frente al azote del paro familiar, fuera mediante la contribución de su precioso tiempo, colaborando estrechamente en el hogar para suplir las ausencias paternas en el cuidado y educación de hijos y nietos. Las puertas de guarderías y colegios o también las de los supermercados dieron y continúan dando testimonio de ello.

Ahora, en plena celebración de Fitur, es también una buena ocasión para reconocer la aportación de los mayores en el sostenimiento de nuestra primera industria. Los establecimientos turísticos, con especial mención de los ubicados en el litoral, estarían abocados a un pernicioso cierre estacional de no ser por la presencia masiva de clientes de avanzada edad fuera de temporada. Una simbiosis beneficiosa para ambas partes que pone de relieve el pujante protagonismo de los mayores en todas las esferas de la vida social.

*Escritora