1. En el caso de tener serias dudas sobre a quién le toca la vacuna a continuación, se recomienda hacer como en el chiste de la orgía. Se pone uno muy serio y grita a viva voz: «¡Organización! ¡Organización!». Suele funcionar.

2. En el caso de que la vacunación se realice por orden alfabético, se recuerda que dentro de la a se encuentran los alcaldes y los altos cargos. Luego que nadie se escandalice, por favor.

3. En el caso de que alguna persona se salte el turno correspondiente, se premiará que por lo menos en un primer momento haya enunciado la pregunta: «¿La última, por favor?». Ante todo, educación.

4. En el caso de que hayan quedado dosis sobrantes, se les suministrarán a las personas que estén por ahí cerca y que, por ejemplo, cuenten los mejores chistes. Si los chistes fueran de Jaimito, la segunda dosis la tienen asegurada.

5. En el caso de tener que hacer fila para recibir la vacuna, se recomienda llevar encima algún libro para matar el tiempo de espera. Y mejor si el libro es de chistes, por el peliagudo tema de las dosis sobrantes, y así se pueden matar dos pájaros de un tiro (aunque hablar de pájaros y tiros en el tema de inyecciones irregulares sea una comparación poco afortunada).

6. En el caso de priorizar la vacunación a las personas de alto riesgo, se recuerda que en semejante grupo de personas se encuentran (y de toda la vida además) los obispos, los generales y los políticos. Anda que no tienen peligro ni nada.

7. En el caso de que te pillen saltándote el turno de forma descarada y te veas obligado a dimitir de manera fulminante de tu cargo, recomendamos encarecidamente utilizar como disculpa y explicación la gran frase-comodín: «Lo siento. Me he equivocado. No volverá a ocurrir».