Hemos pasado la pantalla de la indignación, ya no formamos parte de ese sentimiento colectivo de enfado que ponía en la piqueta a las élites, y a los que no eran. En ese totum revolutum que incluía a funcionarios, periodistas, políticos a pie de calle, porque a veces encontrar a las élites en la puerta del supermercado es difícil de ver y entonces se ataca a lo que en ese momento nos parece su representación más cercana. Así se produjeron miles de encuadramientos y acusaciones injustificadas a ciudadanos que solo intentaban desempeñar su trabajo.

Ahora ya no nos queda ni la apelación a lo colectivo, el ruido mediático lo acaparan unos pocos que han entendido la importancia de la puesta en escena y de la provocación. Da igual que hablemos del numerito de la chica fascista, del que quema contenedores deslumbrado por el flash de las cámaras, o de la sabiduría económica atesorada tras una larga vida del 'youtuber' de turno.

Ellos han entendido bien los usos y costumbres de este momento, y algunos partidos políticos no han tardado en captar esta nueva longitud de onda que les hace subir en apoyos. Vox comunicó ayer su intención de celebrar el 8-M como día nacional de las víctimas del coronavirus, la CUP habla de infiltrados policiales responsables de los ataques al Palau de la Música, y Pablo Echenique vierte en Twitter su señalamiento a periodistas y su ambigüedad frente a la violencia callejera.

Ya no hablamos de la mentira o la desfachatez que observábamos en el nuevo nacionalismo madrileño y en el procesismo catalán, sino que presenciamos diariamente el éxito de la bravuconada, mientras que los más perjudicados por la crisis dan un ejemplo de responsabilidad. No solo los sectores económicos, los rangos de edad o las regiones más afectadas mantienen su supervivencia con un grado de aceptación que raya en la impotencia, sino que el eco que obtienen en sus reivindicaciones ni se les acerca a los que usan la coacción física y verbal.

En Barcelona, una de estas noches se leía en una pancarta a semejanza de las protestas de 2019 en Hong Kong, 'Nos habéis enseñado que ser pacíficos es inútil' y sería una derrota cívica que estuvieran cargados de razón. En tiempos convulsos desinflamar la exaltación es una prioridad, respetar la discrepancia y acertar en el público objetivo del malestar los siguientes pasos a seguir. Hoy es el aniversario del 23-F, veremos como el espectáculo continúa.