El vicepresidente económico del Gobierno, Pedro Solbes, presentó ayer una proyección de los datos macroeconómicos del ejercicio pasado, el actual y el siguiente. Constituyen un cálculo prudente sobre el que se elaborarán los Presupuestos Generales del 2005, y parten también de una revisión del voluntarismo con que el anterior Gobierno había elaborado las cuentas públicas: tanto en lo que se refiere a déficit --pues no se habían tenido en cuenta ciertas deudas--, como a crecimiento, capítulo en el que el Gobierno actual es menos optimista debido a que el ritmo de creación de empleo no está siendo tan alto como se había previsto.

Los principales rasgos de ese cuadro son que el gasto público se va a reducir, el de los hogares se estabilizará, y que la inversión en construcción, el motor del crecimiento de los últimos años, tiende a aminorar: dos décimas este año y cuatro el próximo.

El PIB no crecerá en el 2004 el 3% previsto por el Partido Popular, sino el 2,8%; mientras que en el 2005 podría llegar al 3%. De todos los peligros que amenazan esa previsión, sólo uno --la competitividad-- depende del país. Por eso, Solbes ha diseñado una política volcada en inversión en I+D y en infraestructuras.