Las elecciones en Emilia Romaña servirán para medir hasta qué punto el Gobierno italiano de centroizquierda se mantiene a flote o el ascenso de La Liga (extrema derecha) más el vaticinado retroceso del Movimiento 5 Estrellas (M5E) llevan inexorablemente a una crisis de Gobierno, a un adelanto electoral, convencido Matteo Salvini de que la victoria será suya. Si el resultado en Emilia Romaña puede tener un impacto de tal calibre es por el hecho excepcional de que la izquierda gobierna en la región desde hace medio siglo, y ni los cambios de nombre del conglomerado progresista ni los relevos en su liderazgo han quebrado esta constante.

Las dudas que han surgido esta vez obedecen a dos datos clave a escala nacional: todas las encuestas otorgan a La Liga la primacía, al tiempo que coinciden en pronosticar el desplome de los estrellados, muy dañados por una crisis de identidad que ha llevado a Luca Di Maio a abandonar la dirección del movimiento. En cuanto al Partido Democrático, socio de Gobierno del M5E y en un proceso intensivo de renovación, está por ver cuál es su capacidad de recuperar un espacio electoral significativo mediante la captación de una parte de los votantes atraídos en los últimos años por el discurso regeneracionista y antisistema del M5E. Si no se produce este corrimiento, la ultraderecha lo tendrá todo a su favor.

El caso de Emilia Romaña no es muy diferente del de otras sociedades, desarrolladas y asentadas con mayorías de centroizquierda que hoy se sienten defraudadas por el coste de la salida de la crisis y se acogen a la simplicidad del discurso populista, nacionalista y casi siempre antieuropeo, que Salvini domina en todos sus registros. Si La Liga gana hoy, podrá afirmarse que se ha producido una auténtica mutación en el ADN ideológico de una comunidad con la que la izquierda siempre ha contado pese a los constantes cambios en el sistema de partidos que ha conocido Italia en los últimos 25 años.