Los estudiantes de cuarto de Psicología en la Universidad de Murcia son instruidos en la llamada Terapia aversiva --para aplicar a personas con problemas de orientación sexual, como sería la homosexualidad-- mediante el manual Técnicas de modificación de conducta , editado por Biblioteca Nueva y cuyos autores son los profesores de dicha Universidad José Olivares y Francisco Javier Méndez.

El fundamento de dicha terapia, y desconfío de las bases científicas de su desarrollo, consiste en la aplicación de descargas eléctricas o sustancias químicas que provoquen náuseas en presencia de la imagen hacia la que se quiere desarrollar un sentimiento de aversión y rechazo. Un ejemplo concreto sería proyectar ante un homosexual una diapositiva de un hombre desnudo, mientras se le suministra una descarga eléctrica de 70 a 100 voltios durante un breve período de tiempo. Es la versión murciana de la Técnica Ludovico que se aplica al joven Alex en La naranja mecánica del escritor británico Anthony Burgess, y que Stanley Kubrick llevó magistralmente al cine. Son técnicas de "condicionamiento", por las que el sujeto pierde la capacidad de decisión y el libre albedrío.

DE LA MANO de Ortega y su Misión de la Universidad , manifiesto mi rotundo rechazo a la aplicación de estas técnicas, que, como profesor universitario, médico y fundamentalmente ciudadano, no puedo calificar sino como aberración pedagógica. ¿Dónde dejan en esa universidad murciana las conquistas de la Revolución Francesa y la Declaración Universal de los Derechos Humanos? Las autoridades de la Comunidad de Murcia y su Consejería de Educación deberían poner orden en esta agresión a la coherencia; pero no lo han hecho todavía, quizá porque están ensimismados disfrutando de la reafirmación trasvasística del candidato popular a la presidencia del Gobierno, y de las ecuánimes declaraciones de la Ministra de Medio Ambiente y cabecera de lista por esa comunidad en las próximas elecciones generales del 14 de marzo.

El periódico La Verdad de Murcia se ha hecho eco en su primera página de la noticia, supongo que como "avance" en el terreno de las correcciones del comportamiento del ser humano, y no oculto que he sentido una cierta sensación de alegría pues yo también disfruté del honor de ser noticia de su primera página hace dos años. Tras pronunciar una conferencia urológica en el marco de un Congreso Médico en esa ciudad, ofrecí a los oyentes una somera relación de los lazos que la Historia reconoce a Murcia y a Aragón en vínculos y vicisitudes. El entonces y actual Ministro de Agricultura Arias Cañete acababa de pronunciar su famosa reflexión intelectual de que el trasvase del Ebro a Murcia se haría "por cojones".

Como urólogo fui instruido y educado en conocer y cuidar las funciones biológicas del testículo humano. No se conocía entonces, en el 2002, ninguna estructura anatómica ni funcional del testículo donde se ubicara la capacidad del razonamiento intelectual, la reflexión y el discernimiento. Y a pesar del eco que tuvieron mis descalificaciones en la La Verdad de Murcia , sigue la comunidad científica sin encontrar la base que justifique la línea argumental del señor Cañete. Por ello sentí el fuego de Torquemada cerca.

HOY, DESDE la intimidad, no puedo ocultar la satisfacción que produce no coincidir con la línea editorial de ese medio, y haber sido objeto de críticas feroces que me honran como ciudadano, como aragonés, como médico y como profesor universitario.

Y quizá, desde la cordura, esta noticia repugnante, como otras que estas semanas ocupan la atención de la sociedad española y los medios de comunicación, deberían llevarnos a la reflexión de que hoy los españoles disfrutamos, en una sociedad libre y solidaria, de uno de los mayores índices de bienestar del planeta, que seguimos disponiendo de unas potencialidades de futuro y progreso estimables para nosotros y nuestros hijos, y que este esfuerzo solidario de los últimos 25 años no se debe romper.

Lo que lograremos cumpliendo cada uno las responsabilidades y tareas que la sociedad nos encomienda. Y los autores del manual, señores Olivares y Méndez no las están cumpliendo, por lo que deberán responder de las consecuencias. Es responsabilidad de los docentes universitarios ayudar a formar no sólo técnicos, sino personas.

Como decía Ortega y sigue siendo vigente.

*Catedrático de Urología