El nuevo gobierno ofrecerá una intensa confrontación de narcisistas. Se verá beneficiada por la retransmisión periodística. La cobertura de la política se parece cada vez más al periodismo deportivo. Debe ser espectacular, recoger récords y producir noticias todo el tiempo.

Un ejemplo lo hemos visto con la apresurada investidura y la lenta formación de gobierno. Los socios intentaron ponerse la zancadilla el uno al otro. El PSOE tiene miedo a la capacidad comunicativa de Iglesias: sabe que el líder y la formación son incómodos e irresponsables, e intentará que no se note demasiado. (En cuanto al PSOE, es difícil saber lo que es.)

Sánchez tiene memoria y talento para la humillación: si lo más enternecedor de su autobiografía era la historia de amor entre el presidente y su persona, lo más verosímil era el rencor a sus rivales. La multiplicación de vicepresidentes es un ejemplo de su capacidad para castigar.

El gobierno biónico, como lo ha descrito Víctor Lapuente, es según José Antonio Zarzalejos un ejecutivo pretoriano, esa forma «orientada a controlar las decisiones y proteger los intereses de una facción»: el PSOE de Sánchez. En el gobierno hay personas de prestigio, que han recibido elogios de otros sectores ideológicos. Tiene un marcado perfil económico. Podría ser casi una coalición que combinara a liberales, socialdemócratas e izquierdistas; a técnicos y propagandistas. Es sorprendente la sustitución de ministros como Carcedo y Guirao, que conocían su sector y habían hecho un buen trabajo. Si pretendes reducir la crispación y aumentar el diálogo, poner a Carmen Calvo al frente de la memoria histórica es desconcertante, pero quizá buscas otra cosa. Hay gente encargada de tranquilizar a la UE, de que Sánchez mantenga el control y están los ministros de UP, con el nombramiento predecible pero surrealista de Garzón y designación del profesor Manuel Castells, que se manifestó en contra de la existencia de un ministerio de universidades. Puesto que también se ha mostrado partidario de la independencia de Cataluña, no sé qué es más admirable: si su flexibilidad o las recompensas españolas al nihilismo. (Quizá él las vería como una forma retorcida de represión.)

Es característico de Sánchez comunicar los nombramientos en un goteo, para seguir acaparando la atención mediática en un nuevo ejercicio narcisista. Anunció el gabinete definitivo en una comparecencia sin preguntas. Cuando el PP hacía cosas similares se hablaba de un rechazo a la prensa que indicaba una idea defectuosa, incompleta, de la democracia. Esto -no hace falta señalarlo- es totalmente distinto. H @gascondaniel