El PSOE de Pedro Sánchez recuerda a esos equipos que juegan un día antes que sus rivales, ganan y, como se dice en el lenguaje deportivo, se «acuestan líderes». Eso sí, cuando el domingo se disputan el resto de partidos y la jornada termina, vuelven a estar por detrás. En ello estamos: los socialistas creen estar al frente del descabezamiento del oficialmente corrupto PP, pero se trata de un liderato ficticio. Un año después de recuperar su despacho en Ferraz, aquel Pdro Snchz de puro márketing que al ser defenestrado denunció presiones de las gordas (de esas que marcan el paso en la sombra de los países) y se comprometió a entenderse con Podemos se ha desvanecido.

Ahí fuera el mundo se mueve (feminismo, pensionistas, precariado...) y el PSOE no ocupa espacios de referencia. Es un mero espectador. Hasta Óscar Puente o José Luis Ábalos han perdido significativamente protagonismo en un equipo que no parece tal. Su moderada estrategia pasa por pescar a uno y otro lado, más por pasiva que por activa, y aspirar a un sitio que hace mucho que no existe: el centro político. Incluso Ciudadanos ha salido corriendo de ahí para arrimarse todo lo posible al arcén derecho, empezando por inmatricular a su nombre la bandera de España. «Patriotismo civil», lo llama un Albert Rivera que cada día da más miedo.

El PSOE es hoy un río revuelto en el que no quedan peces y sí un nido de contradicciones e inseguridades. Solo el 50% de sus votantes del 2016 afirman que repetirían su voto ahora, según Metroscopia. Cuando su rival (Rajoy) le pone como ejemplo de «lealtad», cuando ya no menciona la palabra plurinacionalidad, cuando desdice a su portavoz Robles o cuando es incapaz de sumar voluntades en sus «diez acuerdos de país» lo que reporta es ausencia de proyecto y una lenta cuando no errática capacidad de reacción. Dice el periodista Alberto Mesas que «donde la ideología está debilitada el electorado socialdemócrata tradicional se decanta por fuerzas liberales y conservadoras».

El fenómeno de la personalización en torno a un líder ha podido servir para Macron y quién sabe si lo hará también para Rivera, pero es evidente que no cuaja en este PSOE que sueña con derribar al PP de las manos sucias. Más allá de recuperar los trozos de nombre que se ha dejado por el camino, Pdro Snchz debería asumir cuanto antes que no es ningún logro estar al frente de la carrera mientras los demás están en boxes cambiado las ruedas. H *Periodista