Dicen que la política hace extraños compañeros y no le falta razón al dicho. En distintas instituciones de Aragón hemos visto en los años de la etapa democrática cómo los socialistas han gobernado con los comunistas o con centristas o con aragonesistas de izquierda y de derecha o que partidos como el PAR han sido capaces de gobernar con la derecha llamada PP o con la izquierda en versión PSOE, e incluso ahora asistimos a un Ejecutivo PSOE-Unidas Podemos-Chunta Aragonesista-PAR, al que muchas veces aún le apoya IU y otras muchas Ciudadanos. Y por la derecha PP y Cs se sujetan en Vox sin ningún problema. Pero mientras en Aragón y en Zaragoza hay aparente normalidad, solo aparente, en el Gobierno español y en otras instituciones del país, las coaliciones entre socialistas y Podemos y populares y Ciudadanos están generando ciertas turbulencias. Da la impresión que han formado parejas equivocadas.

Aunque aún falta mucho para las elecciones autonómicas (2023), salvo que el presidente Lambán decida adelantarlas para no sufrir el arrastre de las tendencias nacionales y de paso poner más en valor la autonomía aragonesa, los partidos se mueven mucho ya. Los recientes comicios catalanes animan y más pensando en que en el último trimestre del año habrá también en Andalucía. Aparte de las encuestas nacionales, en Aragón hay sondeos internos que manejan los partidos que alertan de pequeñas subidas de los partidos tradicionales pero sobre todo del ascenso de Vox. Es por esto por lo que PP y Ciudadanos, pareja de hecho en el Ayuntamiento de Zaragoza, con el apoyo de la ultraderecha, deben andarse con ojo. Esas preferencias nacionales y de muchos conservadores de unirse de cara a próximos comicios no auguran nada bueno. Aparentemente, sería un error esa unión, porque los votantes de derecha irían más a las opciones puras y esas solo dan un peligroso crecimiento a los de Abascal. Lo que el PP debe hacer es buscar a sus votantes, a todos esos que se van más a la derecha. Y los de Arrimadas no tienen que ser un partido bisagra, sino un árbitro, un moderador del juego político. La líder naranja parece seguir esa estela que Daniel Pérez Calvo tan bien maneja en las Cortes de Aragón.

Problema grave

El único problema, pero grave, que tienen los populares es que tratan mal a sus socios. Ejemplos hay y muchos en Aragón. Desde aquella famosa etapa de Santiago Lanzuela como líder popular y presidente de la DGA que pactó con el PAR en el Gobierno pero que junto con su secretario general entonces, Fernando Martín, alcalde de Calatayud, se dedicó a quitarle alcaldes a los aragonesistas. Y así acabo la coalición como acabó, perdiendo el Gobierno de Aragón y el socio, el PAR de José María Mur, firmando una fructífera y prolongada etapa de gobierno con los socialistas de Marcelino Iglesias, José Ángel Biel, mediante. La presidenta Luisa Fernanda Rudi consiguió volver a llevarse al PAR, pero solo duró cuatro años y acabaron agotados. Ahora, el PP de Azcón está intentando tener contenta a Sara Fernández, pero siguen capitalizando los populares las acciones municipales, intentan eclipsar veladamente aquellos asuntos que puedan hacer los de Ciudadanos en sus áreas de responsabilidad. No van a decir que están incómodos, pero notan que les falta sensibilidad a los populares hacia ellos. Cierto es, no obstante, que no hay desencuentros llamativos como puede haberlos en la Comunidad de Madrid entre la presidenta, Isabel Díaz Ayuso, y el vicepresidente, Ignacio Aguado.

De la coalición PSOE-UP, ya se ve cómo están a nivel nacional. Incluso esta misma semana, en el Ayuntamiento de Zaragoza, los propios socialistas reprobaban al vicepresidente segundo del Gobierno, Pablo Iglesias, por sus declaraciones cuestionando la democracia en España. No parece muy apropiado para una pareja que, se supone, se deberían de entender. El tema del lobo también ha enfrentado a socialistas y podemitas en el Departamento de Agricultura del Gobierno de Aragón, caso aún no resuelto, por cierto. Aunque es verdad que en Aragón, con estos dos partidos protagonistas, las diferencias tampoco son tan llamativas como en Madrid. El PSOE, eso sí, siempre ha tratado mejor a sus coaligados y socios que los populares. Incluso cuando Lambán tenía como interlocutor en Aragón al ahora portavoz de UP en el Congreso, el diputado por Zaragoza, Pablo Echenique. A unos y a otros, el pasado les debería servir de enseñanza.

Otras parejas

Así el ambiente, da la impresión que las relaciones irían mejor con otras parejas, alguna de las que en su momento no se pudieron formar. Queda tiempo sin someterse al examen de las urnas, pero el tanteo ya existe. Cada partido debe jugar a lo que es, porque cuando juegan a ser como otros les suele ir bastante mal y es evidente que el PSOE ahora está incómodo con UP, que Ciudadanos debe hacerse valer por sí mismo y moderar el lío político, a derecha e izquierda, y que el PP debe velar porque no se le vayan más votos por la derecha queriendo jugar, no se sabe muy bien a qué. Casado ha tenido muchas versiones y eso le penaliza. Aunque en Aragón todos aparenten tranquilidad.