Estas manifestaciones populares, como la celebrada el sábado en Madrid, suponen subidones teóricos para los ensayistas del tema social. Ver en la calle tamaña cantidad de gente, dos millones según la organización, 50.000 según el nuevo El País, dan para hablar y escribir unas semanas. No hubo que esperar tanto; en La Sexta Noche, el tribunal cotidiano de sabios, ya nos dejó sus primeras impresiones. Marhuenda, Inda y Alfonso Rojo son unos expertos en marear la perdiz, es decir, en mirar al dedo en vez de a la Luna, es decir, en centrar la discusión en los sucesos promovidos por un 1% de los manifestantes y no en la carga política que trajeron a Madrid el 99% restante. Quiero decir que, en vez de constatar que en España hay hambre, miseria, miedo y una brecha económica peligrosa, el tema derivó hacia los incidentes sucedidos tras la retirada de la marcha. Cuando aparecieron los antidisturbios y tantos provocadores infiltrados.

Gustavo Vidal es un notable jurista y sociólogo; y constata en A vivir que son dos días (SER), de Javier del Pino, que «hay mucha hojarasca en el bosque. Cualquier día una chispa puede prenderlo todo ». Se refiere al clima de crispación que ya reina en España. Somos un país con «una peligrosidad social de 3 sobre 4». A la altura de Pakistán o Ucrania. Y mientras, los sabios de la derechona exudan su crueldad sobre un pueblo que solo quiere pan y techo. No es mucho. Ah, nos enteramos de que Gustavo Vidal es hermano del famoso César. El cielo y la tierra.