Con esta expresión se describe en el ámbito de la salud mental el fenómeno por el cual los enfermos mentales salían de las unidades de agudos para volver a entrar al poco tiempo, ante la ausencia de recursos intermedios que les ayudasen a vivir en su lugar habitual. Me sorprendió la primera vez que leí la misma expresión --puerta giratoria-- referida al itinerario que determinados políticos se han diseñado, siempre en beneficio propio y muy bien pagados, entre los puestos de responsabilidad en la gestión pública y los altos niveles ejecutivos en la empresa privada relacionados con su propia experiencia. A veces incluso, se privatiza cuando se es cargo público y poco después se gestiona desde la privada buscando incluso subterfugios para eludir una ley de incompatibilidades a todas luces insuficiente. Sucede con las industrias relacionadas con la energía, que tantos disgustos están dando a nuestros lastimados bolsillos y de manera sorprendente sucede también en las empresas que aspiran a hacerse con el grandioso botín de la sanidad pública. Gentes que tan pronto son consejeros de sanidad o directores de hospitales como viceversa o trabajan para la enseñanza privada y luego juegan desde el cargo público a recortar la pública. Estas situaciones cada vez se hacen más insoportables. Serán legales, pero son juzgadas como poco éticas. Sobre todo porque crece la sensación de que nos están expropiando el patrimonio común, de que están desmantelando el Estado en su propio beneficio.

Profesor de universidad