La Comisión Europea ha hecho pública su postura oficial favorable al inicio de las negociaciones para el ingreso de Turquía en la UE. Este informe positivo es importante, pero aún deberá pasar en diciembre a manos de los jefes de Estado y de Gobierno de la UE, que son la instancia decisiva. Y el final del proceso, según los más optimistas, se sitúa a 10 o 15 años vista.

Aunque no está garantizada la entrada en la UE tras unas previsiblemente largas negociaciones, Turquía sí está cumpliendo su parte. Llamó a las puertas de Europa hace más de 40 años y en los últimos cinco ha dado respuestas insuficientes pero positivas en el terreno de los derechos humanos, de la abolición de la pena de muerte e incluso, como se vio hace poco, modificando sobre la marcha su proyecto de Código Penal. Si Turquía era buena para entrar en la OTAN hace 50 años, si tiene una parte europea y una vinculación de siglos con Europa, ¿cabe pensar en una negativa al final? Aunque la integración turca presenta inconvenientes que no hay que ignorar, sería irresponsable políticamente frustrar una integración que conlleva progreso económico, modernización y laicidad del Estado y que puede ser un modelo para otros países musulmanes.