El tramo de la N-232 entre Figueruelas y Mallén fue escenario el pasado jueves de un nuevo accidente mortal. Resultaba significativo que dicho siniestro se produjera en vísperas de que los vecinos de la zona se manifiesten hoy mismo para exigir el desdoblamiento de una carretera que se ha acreditado como letal punto negro ; demasiado negro si nos atenemos a las estadísticas más recientes.

Ni Fomento ni la Delegación del Gobierno han respondido de momento a las demandas de las gentes de Mallén, de Pedrola, de Figueruelas y de otros lugares de la zona, que piden angustiosamente la conversión en autovía de ese transitado tramo de la N-232. El propio ministro Cascos, cuando procedió a la ostentosa inauguración del desdoblamiento de la carretera en los escasos kilometros que van de Zaragoza a El Burgo, ya desdeñó aquella petición con una de sus consabidas frases lapidarias, como si lo que se estaba pidiendo fuese un capricho. Hoy, en la manifestación vecinal volverá a plantearse la pregunta de rigor: ¿cuántas personas han de morir para que las autoridades aborden seriamente los problemas de la N-232? Y si el Gobierno no lo remedia, el interrogante quedará en el aire.