Muchachos, preparaos porque se os va a pedir hasta los análisis de sangre para ver si sois portadores de virus contagiosos. Van a buscar hasta debajo de las almohadas de vuestras madres y abuelas para ver si hay alguna mancha o baldón en vuestro historial de jóvenes ambiciosos que van a por todas.

Esos, a los que vosotros llamáis "casta", no pueden permitir que se les acabe su maravilloso e inagotable tren de vida porque unos asamblearios del 15-M se hayan organizado para quitarles de en medio. En los meses que quedan hasta las elecciones, y viendo cómo van los sondeos, os van a pedir hasta los estatutos de pureza de sangre. Sí, como en la Edad Media. Igual. Ya sabéis: ese mecanismo de discriminación legal hacia las minorías españolas conversas (judíos y moriscos) bajo sospecha de practicar en secreto sus antiguas religiones. Van a indagar en vuestro árbol genealógico para comprobar que no descendéis realmente de cristiano viejo para echaros encima toda la basura que quieran antes de perder el escaño, la mordida, el puesto de consejero de Estado (¡3.000 euros por consejo no vinculante!), o de consejo de administración de grandes compañías. Fíjate lo que han intentado con Iñigo Errejón, que lo quieren tachar de corrupto por cobrar una beca y trabajar en el partido. Hacen el ridículo más espantoso porque no existe comparación alguna. No vale eso de que todos somos iguales. Esa práctica infame y asquerosa, es la que han ejercido con premeditación y alevosía la colección de imputados que adorna este país. Desde la infanta Cristina, su marido Urdangarín, Rato, Blesa, Bárcenas, Matas, Fabra, familia Pujol, la Pantoja, la red de curas pedófilos de Granada, más todos esos cargos locales en lista de espera por vivir por encima de sus posibilidades y meter la mano en la bolsa pública.

La mayoría de las buenas gentes de este país ha sido educada en la austeridad y en el respeto a ganarse la vida honradamente, por eso están hasta la coronilla de tanto privilegiado, de tanto presunto ladrón en directo o en diferido. Y esa gente, que se echa a la calle todos los días para gritar su indignación, ahora está contenida en la esperanza de que las cosas cambien y lleguen al poder nuevos políticos que corten de raíz los abusos. Tanto PP como PSOE deberían estarles agradecidos porque Podemos, Ganemos u otros colectivos sociales actúan de catarsis para que España no explote ante los nuevos casos de corrupción que van surgiendo cada día. No se puede tolerar que el presidente del Congreso diga que "no hay que fiscalizar la vida privada de nadie" y se niegue a controlar las dietas y viajes de sus parlamentarios, con la silenciosa aquiescencia de socialistas y populares. ¡Cómo vamos a respetarlos, si sus vicios privados se los pagamos a escote entre todos los españoles! Quieren perpetuar la pureza de sangre para seguir en el baile de los elegidos. Lo que no saben es que se acabó el baile y cambió la orquesta. Que se lo pregunten a Mato.

Periodista y escritora