Desde el pasado domingo se han reproducido en ciudades de Ucrania oriental situaciones idénticas a las que llevaron a Crimea a su incorporación a Rusia mediante un referendo exprés realizado sin ninguna base jurídica ni respeto al Estado de derecho. Sin embargo, pese al parecido de las protestas la estrategia del Kremlin no es exactamente la misma. Aquí de lo que se trata es de sumar la presión interna mediante dichos actos protagonizados por prorrusos y la externa con la presencia de 40.000 soldados rusos al otro lado de la frontera con el objetivo de someter a Ucrania al plan trazado por Vladimir Putin. Rusia no tolerará la existencia en su frontera occidental de un país fuerte o asociado a la Unión Europea, y menos todavía a la OTAN. Moscú ha querido tener siempre en su frontera con Occidente un colchón con el que sentirse protegido. Ahora el plan de Putin consiste en debilitar a las autoridades de Kiev, las actuales, pero sobre todo las venideras, convirtiendo al país en una federación. En teoría no se rompería la unidad del Estado, al menos en principio, pero el auspicio del Kremlin es debilitar el poder de Kiev reforzando el de los estados federados, en particular aquellos donde hay un número elevado de población rusófona o prorrusa. Como con todo lo que emprende, Putin tiene prisa. El 25 de mayo hay elecciones presidenciales en Ucrania y para entonces espera tener resuelta la cuestión.

CRISIS QUE SALE CARA

Una reunión la próxima semana entre la UE, EEUU, Rusia y Ucrania, la primera cuatripartita desde que se inició la crisis, deberá afrontar este futuro. Washington ya ha hecho saber a Putin que no está en contra de la federación, pero solo si Kiev está de acuerdo. Pero la pregunta que plantea esta posible resolución de la crisis es si la Unión y EEUU, en aras de la estabilidad de Europa, deben aceptar un plan impuesto con el mayor de los cinismos por Moscú, que ya no respetó las fronteras de Ucrania (Crimea) ni las normas más elementales de la relación entre estados independientes. Más allá de las sanciones, a Putin la crisis que ha provocado en Ucrania le está saliendo muy cara. Las expectativas rusas de crecimiento han bajado, los mercados desconfían y se registra una considerable fuga de capitales. Y eso no deberían olvidarlo la UE y EEUU cuando se reúnan con los enviados de Kiev y de Moscú.