Esta tierra nuestra en lo esencial, es lo mismo de humana que cualquier otra aunque algo peculiar y algo diferente. Sabiéndola nuestra, también debemos saber que no lo sería del todo, si nada hiciéramos para alentar su identidad colectiva. Nunca estará de sobra que reflexionemos acerca de lo que debiéramos hacer políticamente y acerca de lo qué cabe que no hagamos.

La política es una emoción del bien común servida con lucidez, opinaba Azaña, pero no siendo los lúcidos los que más abundan, ¿tendría que reducirse la política a lo que digan ellos?; ¿se lograrían así, regímenes más justos? No es probable; en política hay que contar con pareceres encontrados.

B. Shaw, irónico y gruñón, pensaba que la política y las reformas sociales que propiciaba, no eran más que un juego de dados y Catlin, aludiendo a Harry S. Truman, un camisero que llegó a presidente de EEUU, pensaba que la política más que un arte, acaso fuera solamente una artimaña y "por tanto", que la teoría política no pasara de ser vana literatura.

Marañón, escribiendo sobre lo que hacía el Conde Duque de Olivares como valido de Felipe IV, aseguraba que en cualquier tiempo, lo corriente en el político español es que arribe a la responsabilidad del mando sin otro programa que el de ajustar las conveniencias del país al fluir imprevisto del azar de cada día. Quizá tendamos al pesimismo a la hora de explicar qué sea o pueda ser la política: ¿una simple vis de algunos o un ius de todos?

Leyendo las cartas al director de cualquier periódico, se comprende lo difícil, por no decir imposible, que resultaría hacer un programa coherente y viable con todas "las verdades del barquero" que se exponen y proponen en muchas de esas cartas.Y no es en absoluto, que se sugieran o se exijan iniciativas irracionales, es que en política, igual que en otras secuencias de la vida, lo deseable no siempre es accesible ni "ahora mismo" ni mucha veces, nunca.

"Otro sí digo": ¿debe ser la política una profesión permanente? Respondo con otra pregunta: ¿dejaría de ser bueno que cuántos vengan a la política, tengan una profesión alta o baja a la que poder retornar? Opino que la política puede ser una ocupación permanente pero que no sería bueno que esa fuera la regla general. En política casi nunca se hace lo que uno desearía hacer pero a cambio de ello, se nos enseña a entender que otros pareceres son al menos, tan estimables como los de uno y por ahí, podemos curarnos de la propia vanidad y hasta hallar caminos de entendimiento y colaboración con los contrarios.

Dada mi devoción por Ortega, releo con frecuencia, cosas que dejó escritas, por ejemplo esta: "Situada en su rango de actividad espiritual secundaria, la política o pensamiento de lo útil es una saludable fuerza de la que no podemos prescindir. Si se me invita a escoger entre el comerciante y el bohemio, me quedo sin ninguno de los dos. Mas cuando la política se entroniza en la conciencia y preside toda nuestra vida mental, se convierte en un morbo gravísimo. La razón es clara; mientras tomamos lo útil como útil, nada hay que objetar. Pero si esa preocupación por lo útil, lleva a constituirse en el hábito central de nuestra personalidad, cuando se trata de buscar lo verdadero, tendemos a confundirlo con lo útil.Y esto, hacer de la utilidad la verdad, concluye Ortega, es la definición de la mentira".

La política representa, desde luego, una constante humana; siempre existirán discrepancias en las ideas, en la convivencia y en las aspiraciones.El remedio consiste en soportar la autocracia de quién se haga con el poder y no quiera soltarlo o propiciar la posibilidad por teórica que parezca, de respetar el posible acceso al poder de cualquier grupo que lo alcance por vía democrática. Hay que convivir y conciliar la firmeza y energía que requiere todo debate político, con el respeto recíproco de los rivales, que no tienen que ser enemigos.

Chesterton dejó dicho con su humor paradójico, que los hombres (y añado de cosecha propia, que las mujeres también) nunca se cansaron de la política justa aunque sí se han aburrido de esperarla. La política es el arte de encender ilusiones y la ciencia de saber satisfacerlas, ¡casi nada! Sé quién lo dijo en los debates constitucionales de 1978 y el poco caso que le hicieron porque la política son muchas cosas y es cierto que adolece de otras, como el Amor con mayúsculas.