¿Qué hay de nuevo, viejo? La pregunta que hizo por primera vez Bugs Bunny a Elmer Gruñón, en julio de 1940, alumbró la socarronería yanqui. El humor maño se internacionalizó mucho antes de que Pepe Isbert diera la bienvenida a Mister Marshall en Villar del Río. Es una frase, con retranca, que inquiere más que pregunta. Nos gusta atacar con interrogantes para así respondernos a nosotros mismos. Retamos a los demás con una negación para que nos devuelvan una afirmación. ¿No es cierto? Bunny heredó maneras y frases de Groucho Marx. Pero Franco no quería rojos ni en dibujos así que le cambió el nombre por el de «conejo de la suerte». Hollywood financiaba a los republicanos norteamericanos más ultras. Frente a ellos, Warner representaba valores demócratas progresistas. El cazador Gruñón pretendía atrapar a Bugs con su malvada inocencia, pero la astucia del conejo le hacía fracasar en cada intento. Para nuestra satisfacción infantil tanto Elmer como el Coyote, su colega en los estudios de animación, ingeniaban nuevas ocurrencias pero tenían el mismo desenlace. El problema no era la ocasión, sino la aptitud.

A este 2021 le hemos pedido de todo. Al anterior año lo hemos despedido con todo. Si depositamos todas nuestras expectativas fuera de nosotros es posible que nos quedemos sin expectativas propias. Si nuestro futuro depende de lo que nos depare el nuevo año puede que este sea, sencillamente, una combinación numérica más. Tiene delito que para saber lo que debemos hacer tengamos que conocer dónde estamos en el calendario.

Adivinos y embaucadores

Luego nos extrañamos de los incautos que pierden la razón, y el dinero, consultando su futuro a todo tipo de adivinos y embaucadores. Otros utilizan fórmulas menos llamativas, aunque igual de absurdas, a través del rezo de su respectiva creencia. Al menos, los laicos y sinceros deseos con los que estrenamos enero tienen la benevolencia de la ingenuidad amable. Muchas personas se ahogan en estas fechas de altibajos emocionales. Nos obligan a estar tristes y alegres al mismo tiempo. La ingestión de mezclas con este brebaje conduce a la borrachera del estado de ánimo. La ansiedad primero, y la depresión después, se crecen en una personalidad diabética ante el azúcar de los turrones que está cegada por las luces de celofán. Es difícil asumir un motivado duelo tranquilo ante tanta hormona navideña. Si las cuestas de septiembre las ascienden los abogados expertos en divorcios, las de enero las escalamos los psicólogos con psicoterapia de apoyo. Resulta útil en estos casos la frase de Bunny. Si nos preguntamos en este 2021 ¿qué hay de nuevo, viejo? también conviene saber ¿qué hay de viejo, nuevo?

Pablo Casado es nuestro gruñón. El otro día visitó un centro logístico en Barcelona y se le veía feliz. Llevaba un chaleco naranja y, en las fotos cercanas, parecía que al fin había conseguido la beca del graduado cruzada sobre su pecho. Las derechas trinas sufren una grave reacción de alergia política contra la vacuna. Si los infectados por el virus desarrollan anticuerpos, los conservadores emanan «antimentes» a raudales. De tanto hacer vudú contra el gobierno, han terminado por sufrir en sus carnes, con espantoso dolor, cada pinchazo sanador de la vacuna en el resto ¿Se imaginan en Europa a Merkel, u otros líderes de su órbita, hostigados por la izquierda en plena campaña de vacunación? Hay muy poco de nuevo en esta vieja derecha. Pedro Sánchez ha hecho balance del programa del Ejecutivo. De los 1.238 compromisos adquiridos ha cumplido hasta la fecha el 23,4% y un 90% del total están en marcha. Lo que no se mide o comprueba queda en los discursos pero fuera de la realidad. Para esta función ha contado con un grupo de expertos en ciencias sociales, participación y control de la acción de gobierno. Entre ellos la zaragozana Cristina Monge. Novedades para rejuvenecer la vieja política. Aunque la noticia se centró en la renovación de la Corona. Como mínimo, para ser presentable, tendrá que dejar de ser inviolable. Y la Casa Real y su funcionariado necesitan un plan renove. Gracias a la torpeza del emérito podemos hablar de esto. Algo es algo. En Cataluña, Illa es el candidato del PSC a la Generalitat. Fernando Simón calienta en Zaragoza.

138 millones de Bruselas

Buenas noticias para Aragón. Llegan desde Bruselas 138 millones de euros del Fondo de Recuperación. Por primera vez los ciudadanos europeos nos sentimos orgullosos de pertenecer a la Unión. No se habla de recortes o imposiciones sino de gestión común de adquisición de vacunas y apoyo económico. Bienvenida, aunque sea con retraso, la conciencia europeísta social, cooperativa y solidaria. Con este dinero Lambán ha aprobado su presupuesto, en modo Javi Potter. IU y Ciudadanos se suman al cuatripartito del Pignatelli. Para engrasar, mejor seis en uno.

En Zaragoza, Azcón, sin vergüenza, se desmelena y deja sin oxígeno a la ultraderecha. El edificio de Pontoneros será una residencia para estudiantes privados. Utiliza la enseñanza concertada de concertina tajante contra la escuela pública, con el dinero del presupuesto municipal. Quiere que Zaragoza sea una ciudad catastrófica. Y lo va a conseguir. Necesitamos un Bunny en la izquierda para que le plante cara a este viejo. O mejor dos. Si sumamos a Bad cantándole Afilando cuchillos, le diría eso de: «El pueblo no aguanta más injusticias / se cansó de tus mentiras y de que manipules las noticias».

Eso es todo, amigos.