Eso de perder el sillón, la poltrona, el consejo de administración, el escaño, los escoltas que te abren las puertas, el todo gratis, el sueldo y el poder está sacando de sus casillas a los populares y a buena parte del pesebre socialista, incluida alguna mueca de disgusto en dirigentes de IU. En una palabra, todo el arco parlamentario que tiene acomodo en la mayoría absoluta de Rajoy se ha puesto de los nervios con los resultados de las elecciones europeas.

Ahora resulta que si ellos pierden sus cargos en las municipales y autonómicas, España se hunde, peligra, zozobra, y hay que armarse hasta los dientes para formar una coalición que eche a los herejes descamisados y laicos del país ejemplo de la corrupción más torera de Europa. El muy zorro de Felipe González fue el primero que lo dejó caer en público en una televisión privada. Habló de que solo en caso de emergencia para España se podría pensar en la gran coalición PP-PSOE, y se quedó tan ancho porque sabía que los hilos ya se empezaban a mover en el caso de pérdida importante de votos para el sagrado bipartidismo, bendecido hasta por la Iglesia Católica.

Pero hay que volver la oración por pasiva y sacar los colores a quienes únicamente gobiernan para rescatar a los grandes bancos, favoreciendo operaciones de absorción escandalosas y encima piden el esfuerzo y la austeridad a la gente corriente, que es la que sostiene el sistema y paga los impuestos. Los verdaderos depredadores son los que crean fundaciones de un día para otro para ir de salvadores de un equipo de fútbol por muy Real Zaragoza que se llame el club, mientras pagamos la telefonía más cara de Europa. Los depredadores son los que sacan leyes inhumanas como la del ministro Alberto Ruiz Gallardón para someter a las mujeres y privarlas de la libertad de tener hijos cuando ellas quieran.

LOS VERDADEROS depredadores son los que premian a listillos como el emprendedor que se inventó la estafa de Gowes y los encumbran como modelos a imitar por la juventud española; esa que emigra con sus títulos bajo el brazo porque su país no los rescata. Los depredadores son personas que se empeñan en inventarse negocios públicos como la aerolínea de Plaza que son una ruina y un empeño de Carlos Escó y de Javier Velasco, este último todavía sentado tan ricamente en la Mesa de las Cortes. Los auténticos depredadores son gente que gana en Telefónica 240.000 euros al año y un juez le embarga el sueldo por estar implicado en asuntos poco claros.

Hay nervios, solo hay que oír las burradas que dicen Esperanza Aguirre, Floriano o las correas de transmisión del PP sin poder contenerse relativas a un nuevo partido que ejerce su despliegue democráticamente y sin pelos en la lengua. Hay miedo de que los parlamentos se renueven, echen de sus escaños el bipartidismo y se integren nuevos grupos, rostros jóvenes, sabia nueva que ponga a funcionar el barco, tirando el lastre que los hunde sin remedio.

Periodista y escritora