Con una serenidad apabullante, la madre de Gabriel salió del profundo pozo donde la tenía sumida el dolor para poner una nota de humanidad y de amor en el horrendo festival de la locura y el odio que se ha desatado. Apenas habían pasado unas horas desde la aparición del cadáver de su hijo y de la detención de la presunta autora de su muerte, cuando aquella mujer, desolada, hubo de pedir, por favor, que no le inventen cuentas y mensajes en las redes, que se olvide el nombre y el rostro de la asesina, que se recuerde tan solo la solidaridad y el cariño que se hicieron presentes durante los días de búsqueda y zozobra... «y que no tuiteen cosas de rabia».

Temo que tal llamamiento no sea atendido por todos, ni siquiera por muchos. El suceso ha tenido demasiada repercusión, ha llegado en un momento político demasiado crítico (el nuevo debate sobre la prisión permanente revisable coincide con el aumento de la rivalidad entre PP y C’s) y la mano criminal, al parecer, pertenece a un personaje que encaja demasiado con los argumentarios machistas, xenófobos y fascistoides: mujer, emigrante y de otra raza. Ayer se leían cosas inauditas al respecto, incluso en columnas publicadas en diarios supuestamente serios. Se ha llegado a sugerir que el apresamiento de la estranguladora se pudo haber llevado a cabo antes, pero se retrasó... ¡para no perjudicar la movilización del 8-M! Parece cosa de locos, pero... ¿Acaso el primer guardia civil que habló de cómo se había resuelto el caso no se refirió siempre a la detenida como «la negra»?

Mujeres, emigrantes y gentes de otras etnias pueden ser tan malvadas y victimarias como los hombres blancos y de nacionalidad española que asesinan a sus mujeres y a sus propios hijos, violan a sus hijas o matan por que sí. Cierto. Pero estos (blancos y españoles) son los autores de la mayoría de las agresiones graves que tienen lugar entre nosotros. Y por cierto: se quivocan quienes dan por cosa hecha que endureciendo las penas se acabará con dichas agresiones. Más odio, más rabia no harán mejor este perro mundo.