Un Gobierno rompecabezas y nunca mejor dicho. Una oposición que solo critica y poco más. Unos políticos cogobernantes que apenas se ven para «no desgastarse». Esta es la cruda realidad, y la pandemia sanitaria sigue allí y las cepas nuevas salen del armario con más virulencia. El desastre económico de la hostelería y el turismo y la crisis social cada vez más agresiva siguen su avance hacia el precipicio. Ya no te cuento los ciudadanos de a pie con sus libertades tradicionales cortadas a cal y canto y con su vida social en parada cardíaca.

Parece que esto no va bien, bueno dicho de otra forma, es que no va nada bien y es que la gente está cansada, está triste, irascible, agotada y hasta agresiva verbal y físicamente. Nos espera un futuro de incertidumbres, algo oscuro o muy oscuro con esa previsión de once millones de pobres en España, de una bajada de más del 11% del PIB, de empresas y comercios al cierre, de una generación de jóvenes que necesita trabajo y que va camino de ser una generación pérdida: la generación lost. De una mortalidad de ancianos por encima de cifras imaginables. Ojalá la vacuna, o mejor dicho, las vacunas sean, poco a poco, la solución definitiva, a pesar de los jetas que se la ponen sin esperar su turno saltándose el protocolo, de la picaresca española de siempre, o a pesar del mercado negro de venta de vacunas y negocio turístico para millonarios del planeta. Y ahora una pregunta, de poca o mucha relación con todo esto de la pandemia y su problemática, ¿por qué hay tantos políticos en este país? ¿Para qué tanto experto sanitario dando explicaciones que sí, que no? Para qué tanto palabreo y tanta pachanga de discusión para no decir nada y resolver menos? Me pregunto o nos preguntamos ¿por qué los demás países tienen una sola opinión sobre la pandemia y las medidas a tomar y nosotros tenemos dieciocho opiniones, diecisiete autonómicas y una gubernamental, y casi ninguna en paralelo o en concordancia? Somos punto de mira de las cepas que vienen, somos punto de mira de Europa, somos ejemplo de ineficacia y de logística poco planificada y si no que se lo pregunten a los sanitarios, a los maestros... Somos un país a salto de mata. No le den más vueltas. No hay mucho más. Esta sociedad se tambalea, se vuelve en rebeldía contra tanta restricción y contra tanta incongruencia de nuestros gobernantes.