Después de tantas decepciones y mientras otros predican sólo para ellos una autonomía "soberanista" y cosas así, en nuestro asendereado Aragón los hay que dudan de nuestro derecho y capacidad para gestionar parques y montes y piden que no nos abandone Madrid, porque sin la luz que nos mande seríamos poco menos que nada. ¿Padeceremos complejo de inferioridad?

Leo en este mismo periódico que la Federación Aragonesa de Montaña y otros estamentos apoyan el cambio de gestión del Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido para que se haga en adelante desde Aragón, pero leo asimismo que "los ecologistas" discrepan de la sentencia del Tribunal Supremo. ¿También deberemos protestar por el derecho que nos reconozcan?

Hay algunos que querrían seguir siendo los delegados de Madrid. Si la sospecha de incapacidad que propala esa clase de ecologistas fuera cierta y aquí no supiéramos ni regar margaritas, tendríamos que vivir a la sopa boba de Madrid pero la sospecha no tiene fundamento.

Opino que lo justo y lo constitucional es que se gestione desde Aragón nuestra riqueza natural y si no debe ser así a juicio de aquellos, deberían explicarse por qué suponen que no tenemos derecho o por qué no somos aptos para hacer lo que otros territorios vienen efectuando desde hace bastantes años. ¿Seremos nosotros inútiles probados o serán ellos servidores irredimibles?

Esos ecologistas (ni todos, ni los principales) que creen que ahora se nos van a caer encima Ordesa y Monte Perdido, condenan además, eso de "disgregar" la potestad gestora entre las diecisiete Comunidades Autónomas. Dicen que es parecido al separatismo y suponen también que van a primar los intereses "locales" sobre los intereses "generales", imaginando que "general" sólo es lo que se haga o mande hacer desde la capital. Cabe que se opongan a la estructura autonómica de España pero con esas y otras trasferencias España no sufre aquí riesgo alguno.

Conste que esta leve catilinaria no se dirige contra el común de "los ecologistas", sino contra cualquiera de los que así se quieran llamar que son muy libres de hacerlo, porque los ecologistas como en la canción infantil, pueden vestirse del color que se le antoje y entre unos y otros de ellos, se advierten demasiadas diferencias para que sea sencillo clasificarlos. Lo que critico con cordialidad, a mí me basta para desconfiar de los que dicen esas cosas. No he leído la sentencia con detalle, pero sé que da la razón a esta Comunidad (sólo un poco de la mucha que nos corresponde) me atrevo a suponer que hay más seguridad jurídica y política, en el indicado fallo judicial, que en las que puedan ofrecer tales críticos.

Ante las opiniones emitidas dando la impresión de hacerlo en nombre de "los ecologistas" (tres o una multitud, no se sabe, nunca serán ni todos ni la mayoría de los que así quieran llamarse), hay que cuidar porque se empieza con cosicas como esa y puede acabarse fraccionándolo todo. Algo hay de lo que denuncian pero no es lo mismo reconocer el derecho constitucional y estatutario que tiene Aragón a administrar sus Parques, que dividir al Ejército en diecisiete ejércitos.

Tampoco pueden confundirse ejército y policía. Aquel debe ser uno y para España entera, mientras que las policías autonómicas podrían ser diecisiete sin que se abatieran las columnas del Estado constitucional aunque luego, en la práctica, el Poder Central obstaculice lo que se reconoce en algún Estatuto como el vasco o el catalán ¡qué casualidad! y no se admite en otros estatutos como el aragonés. ¿Seremos más peligrosos nosotros que catalanes y vascos?; ¿será más arriesgado permitirnos a nosotros el derecho a disponer de Policía autonómica que habérselo dado a aquellos?

Aunque parezca que me escapo de la cuestión, no es así, en absoluto; simplemente, trato de hacer ver, respetando todas las opiniones, que los problemas políticos deben abordarse con coherencia. Cabría observar con decenas de ejemplos que no es coherente esperar que no acepten muchos o pocos de los que en aquí vivimos, lo que aceptan que suceda en otras Comunidades españolas. Con esa mentecatez de la asimetría política y cierto carácter pastueño que se cultiva sin pudor, también por estas tierras, cabe temer que un día, disuelvan hasta los cuerpos aragoneses de Policía municipal por el riesgo de que atenten contra la unidad nacional. Con eso de los pactos de legislatura hechos para convivir a fuerza de "sofismas encanallados" que diría Kipling, podemos arribar a los puertos menos imaginables.