Podemos no deja indiferente a casi nadie. A algunos les preocupa. Los que les tienen pavor desde una posición ideológica opuesta, la derecha, o los que sienten una preocupación, desde posiciones más reflexivas, por la posibilidad de llevar a la práctica sus propuestas y las consecuencias que se pueden derivar. La socialdemocracia no debería temer a Podemos por varias razones. En primer lugar, la irrupción de Podemos le permite recuperar un discurso de lucha e inconformismo contra las situaciones injustas que el ejercicio del gobierno y el exceso de pragmatismo ha borrado a ojos de buena parte de la sociedad. Podemos a diferencia de otros populismos no es ni racista, ni ultraderechista, ni nacionalista. Es decir, a la izquierda transformadora le permite recuperar un discurso de izquierda. ¡Que bendición!

Por ejemplo, el PSOE debería hablar alto y claro sobre el problema de la deuda en España y en la UE. Hablar de la deuda significa reconocer el lastre que supone para la salida de la crisis y denunciar el proceso de socialización de pérdidas de la crisis bancaria, que ha incrementado la deuda en una cantidad enorme, producto de las ayudas directas, la pérdida de valor de activos bancarios incorporados y el pago de intereses por estas actuaciones. Ya sabemos que no significa lo mismo que este problema lo plantee Podemos a que, simplemente, lo mencione un partido de gobierno como el PSOE. El nerviosismo en los mercados que podría suponer puede tener importantes costes pero hay formas de plantear el problema y, lo que es muy importante, hay ya reflexiones teóricas y estudios sobre formas de reducir la deuda en la UE. Nuestra economía va muy bien, a juicio de Rajoy, pero cada vez debemos más dinero, que lastra notablemente las posibilidades de crecimiento.

Aun con los previsibles tres regalos para 2015 (reducción del precio del petróleo, devaluación del euro y caída de la prima de riesgo, todo gracias a la acción del Gobierno de España, como se pueden imaginar) la deuda va a seguir creciendo. En consecuencia, en algún momento se va a tener que hablar de ella. ¿Por qué no ser valientes y, con seriedad y rigor, no se plantea en los foros correspondientes y en las reivindicaciones europeas una solución a este problema? Se proponen reestructuraciones para particulares y pequeñas empresas sobreendeudadas pero debería empezarse por el problema general. Podemos es una buena excusa a falta de valentía e ideas para afrontar este problema.

En segundo lugar, una fuerza representativamente potente como parece, si se cumplieran las encuestas acerca de Podemos, le ayuda al PSOE a situarse en el centro del tablero político, entre unas opciones de derecha ya conocidas y las opciones de la izquierda retórica. Un tablero que no tiene porque ser simétrico sino, precisamente gracias a los contrapesos, claramente de izquierdas o como mínimo escorado hacia la izquierda. La derecha española no es la alemana o la francesa, por ejemplo, y Podemos ofrece una opción incierta que suena muy bien pero con una concreción práctica de sus propuestas difícil, que la socialdemocracia, a la que Podemos paradójicamente quiere sustituir, si que podría llevar a cabo. Uno de los buenos momentos que tuvo la socialdemocracia en los años postransición se produjo cuando pudo aprovechar el potencial de políticas elaboradas y militantes bregados del Partido Comunista y partidos similares provenientes de la dictadura y la transición. La socialdemocracia, en los 80, supo y pudo incorporarlos y canalizarlos hacia opciones transformadoras, realistas y posibles. La elaboración programática hoy es escasa y peca de excesivamente pragmática y posibilista y, si se me apura, más bien conservadora. Es necesario un discurso nuevo y propuestas posibles, pero avanzadas, hacia lo que se espera de una opción de izquierdas, en unos momentos en que la sociedad está sumergida en la desesperación y la incertidumbre.

En tercer lugar, las propuestas de Podemos ponen en valor el medio Estado del Bienestar que se ha construido en estos años y que no ha sido precisamente por la derecha. Las credenciales de la socialdemocracia española están ahí. ¿Quién ha gobernado en estos años desde opciones de izquierda y quién ha construido lo que hay y quiénes lo desmontan?

En cuarto lugar, la opción de Podemos recoge el sentimiento de malestar de la ciudadanía por la precariedad de la situación económica y laboral que tenemos. Es decir, de los desempleados (un 24% de la población activa), los trabajadores temporales (un 24%) y los trabajadores a tiempo parcial (un 15%). Casi nada. ¿Saben Uds. de qué no hablan los de Podemos, porque parece que eso interesa sólo a unos pocos y no responde a demandas reales de la ciudadanía? De la cuestión territorial, de los nacionalismos. Podemos ha expulsado de la agenda política al nacionalismo del nivel que sea, central o autonómico.

Quién teme a Podemos? Los que quieren seguir viviendo de la política y mantienen a las organizaciones secuestradas porque tendrán menos a repartir. Quien tenga compromiso social y deseos de que la sociedad avance y mejore en términos de equidad, no debe temerlos. Debería aprovechar la oportunidad para lo cual no sirve lo de siempre.

Profesor de la Universidad de Zaragoza