Bajo las sucias alfombras de un Sistema donde las élites han decidido pasarse todo por el arco de su triunfo, nada de lo que se esconde es bonito. Así, por ejemplo, cada nueva revelación sobre la captación por los servicios de información (¿cloacas del Estado?) del chófer de Bárcenas, el posterior robo de los famosos papeles y todo ese asqueroso barullo... nos deja con la sensación de que aquí han ocurrido cosas muy graves y muy sucias. La operación Kitchen y otros aspectos de las investigaciones (o lo que fueren) sobre la financiación en B del PP implican un nivel de chanchulleo y corrupción muy por encima del que un país democrático puede permitirse. Es de coña que el mentado chófer del tesorero de Génova fuese luego admitido en la Policía Nacional con casi 40 tacos y después destinado a un puesto estupendo en la Comisaría General de Seguridad Ciudadana. Eso sí, el exdirector general de la Policía, el ínclito Cosidó, cuando fue al Congreso a explicarse respecto de este y otros barullos acontecidos en el Ministerio del Interior durante la época de Fernández Díaz El Afinador aseguró que nada sabía de todo ello. Ni le sonaba, oye.

U otro caso: la intervención de teléfonos y ordenadores de periodistas mallorquines. Semejante atropello a un derecho constitucional manifiesto se solapa sobre el caso Cursach, la investigación de las andanzas de Bartolomé Cursach El Intocable, presunto mafioso al que se le atribuye la corrupción sistemática de políticos isleños (del PP, ya lo siento), policías de diversos cuerpos y otros funcionarios. Una trama que ha incluido prostitución, farlopa a granel, favores, persecución de quienes hacían la competencia al padrino, amenazas y palizas a los testigos y presiones directas sobre el fiscal que lleva el tema. O sea, que no solo se trata de una vulneración de la libertad de Prensa (entendida en su versión homologable) sino de algo más profundo y tremendo.

España está en la cuerda floja. Y no solo por los conflictos políticos que la trastornan. Es algo aún peor, más profundo, más peligroso.