Pablo Casado insiste en cerrar los ojos con fuerza cada día. Con tanta fuerza como para borrar la herencia judicial recibida de su partido en su anhelo por predicar un mensaje de regeneración. Pero, por mucho que persista, la sombra de la corrupción institucionalizada de su partido no se esfuma. Y él sigue predicando en el desierto.

La marejada judicial por la gestión condenada o investigada de sus antecesores en el Partido Popular emerge de las profundidades con nuevas informaciones de la nauseabunda trama parapolicial, o de la afamada política patriótica, desde el Gobierno de Mariano Rajoy .

El entramado corrupto orquestado desde la administración de Interior y Defensa, encabezada por el exministro Fernández Díaz y la exministra de Cospedal , para frenar las intenciones de Bárcenas por comprometer a los populares con la documentación de indicios de corrupción que tenía, resulta nauseabundo. Y más aún cuando la Fiscalía Anticorrupción apunta que la trama se financió con fondos reservados del Estado.

El relato de la Fiscalía Anticorrupción es meridiano: dos ministros imprescindibles del Gobierno de Mariano Rajoy usaron a la Policía para sus fines partidistas, malversaron fondos públicos y obstruyeron la labor de la Justicia.

Las fantasías de Fernández Díaz o de Cospedal por aniquilar a un enemigo político sirviéndose del Estado denotan un déficit democrático impropio. Con esto sólo bastaría para condenar moralmente (al menos) la gestión del Partido Popular de Rajoy. Pero no sólo por ello. Es la misma policía patriótica que creó información falsa contra Podemos u organizó una operación contra el independentismo de dudosa legalidad.

Lo difícil de este asunto es que no se despeja la incógnita de si la X o el valedor de la operación alcanza al expresidente Rajoy. Desde un punto de vista ético, tan sólo como responsable in vigilando de dos subalternos debería responder. En un exceso por ser incauto, alguno pensará que Rajoy no se enteraba de nada.

Pero desde un punto de vista práctico, es lógico entender que el principal perjudicado de que la información dañina que Bárcenas poseía saliera a la luz era el propio Rajoy como líder del PP.

Hay que ser demasiado benévolo como para entender que el ministro al mando de la Policía con la número 2 del Partido Popular organicen tal trama de acoso y derribo a Bárcenas sin que el líder, el capo, el 'number one' del Gobierno -y del PP- no sepa ni mu.