El desafío secesionista en Cataluña desprecia las formas democráticas más elementales, ha generado tensión y enfrentamiento social, manipula la soberanía nacional (de los catalanes, claro), ignora a quienes no están de acuerdo con la independencia y rompe el marco legal más básico. De acuerdo... Pero la respuesta del Gobierno central no es la adecuada: parte de una interpretación interesada y revisionista de la Constitución, incluye medidas de dudosa legalidad, no impacta positivamente sobre la opinión pública (catalana, por supuesto) y de ninguna manera resuelve el evidente conflicto.

A estas alturas, es evidente que Mariano Rajoy no es la persona adecuada para manejar la situación. Su trayectoria y su actitud frente a un proceso que se veía venir desde que el Constitucional frenó la reforma del Estatut le han puesto fuera de juego, justo cuando más necesarios eran su liderazgo, su valor y su capacidad política. El presidente del Gobierno español y su entorno han sido incapaces de sostener un debate político inteligente, imprescindible para ganar la batalla de la comunicación, y ello es consecuencia de su cerrazón ideológica y de un cálculo electoral interesado y cortoplacista.

Este es el hombre de los hilillos de plastilina, de la monumental y sucia manipulación en el terrible 11-M, del Congreso del PP en Valencia (donde fue respaldado por lo más corrupto de su formación), del hábito de dejar dormir los problemas hasta que se resuelven solos (o no), de las declaraciones sin sentido... Creyó que lo de Cataluña se arreglaria por simple desestimiento de los independentistas. No entendió nunca la naturaleza del problema. No ha sabido afrontarlo. Su constitucionalismo es rígido y retrospectivo. Su presunta firmeza lleva en realidad a un callejón sin salida. ¿Cómo piensa recuperar a los dos millones de catalanes que han roto emocional y conscientemente con España?

Rajoy está imbuido por los mitos patrióticos del canovismo, que fueron desastrosos para España. Ahora se aferra a ellos mientras la realidad le desborda. Apañados estamos.