Mariano Rajoy ya tiene la foto que buscaba: una entrevista con Barack Obama en la Casa Blanca. Si ser recibido en Washginton por el presidente del que aún es el país más poderoso de la Tierra ha sido siempre un objetivo de la inmensa mayoría de gobernantes, el fuerte debilitamiento de la imagen internacional de España en los últimos años debido a la pésima gestión de la crisis económica y sus muy graves efectos había convertido casi en una misión taumatúrgica este viaje de Rajoy. Y a tenor de lo expresado públicamente por Obama tras su encuentro de una hora con el jefe del Ejecutivo, este puede decir que ha obtenido por parte de Estados Unidos un reconocimiento de sus esfuerzos para sacar a la economía española del pozo de la crisis.

SINCRONIZACIÓN

No es casual que casi a la misma hora en que Obama recibía a Rajoy el ministro de Economía diera a conocer en Madrid que en el último trimestre del 2013 el PIB creció un 0,3%, el mejor registro en casi seis años. Otro factor necesario pero ni mucho menos suficiente para empezar a contemplar con esperanza el futuro de España, porque la economía real de los ciudadanos apenas percibe esta lenta recuperación que reflejan las cifras macro. Y el propio Luis de Guindos admitió ayer que la reducción del paro, el gran drama que aflige desde el inicio de la crisis a la sociedad española, como también subrayó Obama, será muy limitada en el 2014: del 25,9% al 25%.

SELECCIÓN DE PRENSA

La entrevista entre los mandatarios, en todo caso, ha consolidado la recuperación de la sintonía entre EEUU y España tras el desencuentro por la retirada de las tropas españolas de Irak en el 2004. Hasta elpunto de que Rajoy consideró "satisfactorias" las explicaciones que le dio Obama sobre el sonrojante caso del espionaje a gobiernos europeos por parte de la NSA. Tan sonrojante como resultó ayer la decisión de la Moncloa de elegir qué periodistas españoles podían estar presentes en la rueda de prensa de ambos presidentes. Un nuevo episodio que certifica que Rajoy y su equipo no solo tienen un muy escaso aprecio por los medios de comunicación sino que no les disgustaría ver limitada su función, algo impropio de un sistema pluralista y democrático.