E l pasado domingo estuve en una exhibición de rap en en el Espacio Joven de Utebo, abarrotado para la ocasión. Abrieron el fuego los poetas hispano-panameños Mónica Miguel Franco y Edilberto González Trejos, inventores del jamming o juego de improvisación poética a base de réplicas sobre temas urbanos y mitológicos, una experiencia y un modo diferente de ver la poesía. Y continuaron los raperos Harko, Totas, Conman y SKR haciendo las delicias del público en enfrentamientos que consistieron en verdaderos desafíos, corriendo a chorros la poesía sobre una base musical y moviéndose sobre el escenario los intérpretes a veces bailando, a veces saltando, tratando siempre de imponer su voz y sus conceptos sobre el otro. Pero el jurado no favorecía a quien más gritaba, sino al que mejor versificaba...

¿Serán el rap, el hip-hop los estilos hegemónicos del futuro? Es difícil predecirlo, pero de lo que no cabe duda es de que las cosas están cambiando en todos los órdenes y que desde las nuevas generaciones se detecta una rebelión contra los tradicionales modos de entender la música, el arte, la política o la economía...

Respecto a esta última disciplina, la más oscura de todas (según Hume), leo con asombro la novedad editorial Economía rosquilla de Kate Raworth (Paidós), un libro diferente para analizar la economía mundial de manera totalmente distinta. De la misma, mas o menos, a cómo la están viendo, analizando, los rebeldes estudiantes de algunas de las principales universidades, que vienen exigiendo la retirada de los manuales convencionales, de los profesores convencionales y de los principios convencionales, derivados en el actual statu quo al servicio del mercado, multinacionales y grandes corporaciones.

En Economía rosquilla, una de estas voces rebeldes, de los nuevos raperos de la economía mundial, Kate Raworth, denuncia que la ciencia económica actual ha sido incapaz de detectar las últimas crisis, advierte sobre la obsesión por el progreso y el crecimiento y dibuja un nuevo modelo de vanguardia más apropiado para un siglo XXI que se prevé catastrófico para el género humano. Sus innovadoras propuestas, que podrían conducir a la humanidad a un punto ideal donde se satisfagan todas las necesidades sin deteriorar el planeta, se basan en experiencias con Oxfam, Naciones Unidas y aldeas de Zanzíbar.

Esperanzador, como el rap.