«A mi me daría mucho miedo», decía René Petit, refiriéndose a un posible recrecimiento de Yesa, en una entrevista que publicó en 1983 el periódico Navarra Hoy. Y añadía: «… en su día ya hubo sus más y sus menos sobre si aguantaría o no … pero al ampliar el volumen aumentan considerablemente las posibilidades de un fallo geológico…». René Petit fue el ingeniero que dirigió la construcción de la presa de Yesa. Ya por entonces se conocían, tanto la existencia de una falla geológica activa, como la sismicidad de la zona y la inestabilidad de las laderas; pero aún así, en tiempos de Franco, la obra se realizó. Mi pesadilla desde entonces es Sangüesa arrasada por una enorme ola, confesaría el Sr Petit, en múltiples ocasiones, no sólo en conversaciones personales, sino también en declaraciones públicas. Hoy esos riesgos, no sólo han sido estudiados y confirmados por especialistas prestigiosos, como los Profesores Casas y Aretxabala, de las Universidades de Zaragoza y Navarra respectivamente, sino que la propia naturaleza se encargó de responder a las declaraciones oficiales que certificaban la imposibilidad de que las laderas se movieran, con los deslizamientos que se iniciaron en 2013 y que exigieron la urgente expropiación de las dos urbanizaciones que había sobre la ladera derecha en la que se apoya la actual presa y su recrecimiento.

La presa de Yesa, inaugurada en 1960, y más aún el proyecto de recrecimiento, casi culminado, serían ilegales en EEUU, o en países menos desarrollados como Portugal, Italia o incluso Irán, en los que la normativa vigente establece un factor de seguridad riguroso, para deslizamientos de ladera, a fin de garantizar la seguridad de grandes presas frente a riesgos geotécnicos similares a los que afectan a la presa de Yesa. En España, la normativa vigente no precisa ese factor de seguridad, con lo que todo depende de personas e instituciones que pueden asumir criterios imprudentes sin transgredir la ley, o estar sometidas a presiones o intereses diversos.

La presa de Yesa, al tiempo que permitió regar unas 80.000 hectáreas en las Cinco Villas, sacó de sus casas, a la fuerza, a unos 1500 vecinos y vecinas de Ruesta, Tiermas y Escó; expropiándose además las tierras de Larrosa, Villanovilla, Bergosa, Bescós, Acín y Yosa de Garcipollera, para plantar pinos y retrasar la colmatación del embalse. La Canal de Berdún, uno de los valles más prósperos del Pirineo Aragonés en su día, quedó inundado, desvertebrado y arruinado. Sólo desde el dolor que produjo esta obra puede entenderse la tenaz lucha de Artieda y de las gentes de la Jacetania contra los diversos proyectos posteriores de recrecimiento, reivindicando simplemente que les dejen vivir dignamente en sus tierras y pueblos que no llegaron a inundarse entonces.

Aunque la justificación formal del Recrecimiento de 1000 hectómetros cúbicos (hm3), en el Plan Hidrológico Nacional, era ampliar el regadío de Bardenas, en medios técnicos siempre estuvo claro que el verdadero objetivo era regular los 1.000 hm3 del trasvase del Ebro. Hoy, con los 600 hm3 del actual recrecimiento, se insiste en que el objetivo es aumentar el regadío y regular aguas para Zaragoza. Sin embargo, es bien conocido que el Canal de Bardenas tiene saturada su capacidad de transporte en los meses de riego, por lo que sería imposible transportar ni 1.000 ni 600 hm3 para esos fines. Y la prueba de que jamás hubo voluntad real de destinar el recrecimiento a tales usos está en que ni siquiera existe hoy un proyecto de ampliación del Canal de Bardenas.

En todo caso, el debate ha quedado superado por la política de hechos consumados que, por cierto, nos está saliendo muy cara. A día de hoy, con el cuerpo del recrecimiento casi acabado, tal y como denuncia el Tribunal de Cuentas en un reciente y duro informe, se han gastado 253,5 millones de euros, siendo que el presupuesto adjudicado era de 113,5 millones; y quedan 94,5 millones por gastar, según la CHE, lo que totalizaría 348 M€, es decir, el triple de lo previsto, por lo menos.

En todo caso, por mucho dinero que se gaste, los expertos en seguridad de presas recomiendan no llenar la nueva presa, por prudencia, más allá del nivel actual, y usar el recrecimiento como un refuerzo que reduzca el riesgo de nuevos deslizamientos, que pondrían en peligro la estabilidad de la presa y, por tanto, la vida de miles de personas en Sangüesa y aguas abajo. Si aún así, llegaran a producirse nuevos deslizamientos, aunque no fueran de momento catastróficos (como los que se produjeron en 2013, que la CHE había descartado por completo), la recomendación técnica, de la que nadie quiere hablar, consistiría en desembalsar suavemente hasta el nivel de entrada al Canal de Bardenas, con lo que la capacidad operativa de almacenamiento se reduciría tanto que, de facto, exigiría cerrar el regadío en la mayor parte del sistema.

Esta es la herencia que recibe el nuevo Gobierno de Pedro Sánchez, como fruto de años de arrogancia, opacidad y autoritarismo autista del PP, en los que la política de hechos consumados ha conllevado, no sólo gastar dinero sin medida, criminalizar y reprimir a los afectados y despreciar a la comunidad científica, sino incluso colapsar el diálogo interinstitucional con el Parlamento y el Gobierno de Navarra.

En este contexto, la nueva ministra Teresa Ribera, debería retomar la iniciativa de diálogo social que en su día impulsó Cristina Narbona en Aragón, tras derogar el Trasvase. Aquel diálogo, en los casos en que se abordó desde una voluntad sincera de llegar a acuerdos, permitió resolver, de forma efectiva y duradera, conflictos tan agudos como los de Santaliestra y Matarraña. Desgraciadamente, en aquella ocasión, el diálogo sobre Yesa no se abordó con esa voluntad y, en consecuencia, estamos donde estamos. En todo caso, nunca es tarde si la dicha es buena. Hoy, desde el más elemental respeto a los miles de vidas que están en juego y desde la necesidad de acordar soluciones reales para el regadío de Bardenas, debemos ser capaces de abrir un proceso de diálogo social y técnico sobre como gestionar la presa de Yesa Recrecida. La exigencia de un estudio independiente y transparente sobre los riesgos geotécnicos que afectan a la presa, demandado por el Gobierno Navarro, y el desarrollo de una adecuada regulación en tránsito, con presas y balsas dentro del propio sistema, que permitirían prevenir restricciones en el llenado de Yesa por nuevos deslizamientos, serían las referencias clave de ese proceso de dialogo, que espero el nuevo Gobierno esté dispuesto a promover.

*Diputado de Unidos Podemos por Zaragoza