El Real Zaragoza comienza hoy su sexta temporada consecutiva en Segunda, un escenario completamente anormal en la historia de un club glorioso y al que ha llegado por la pesadez de una herencia terrorífica, por detalles mal culminados después de alguna buena temporada con expectativas fundadas y por decisiones erráticas en otros momentos. La cuestión es que el equipo inicia un nuevo intento de ascenso con una filosofía diáfana: continuismo del proyecto en su concepción y en su autoría intelectual, plantilla casi calcada, apuestas exóticas de mercados secundarios para la renovación de las posiciones más débiles y una masa social que trata a su equipo con el cariño sincero que hay que darle a quien lo necesita, aunque su trayectoria diera para alguna regañina.

Al frente del equipo se pone esta mañana Idiakez a la espera de que la dirección deportiva culmine la llegada de Marc Gual y de un segundo delantero, piezas determinantes y de rendimiento obligado para el éxito final. El entrenador tiene un buen toro delante, aunque ya viene toreado del año pasado. Imanol tendrá que aprovechar todo lo bueno que hizo Natxo González y mejorar lo que hizo mal para no alcanzar el ascenso. Valor y a por él.