La tradicional ofrenda de flores realizada hace unos días por el Real Zaragoza a la Virgen del Pilar estuvo adobada de los comentarios del propio capellán del club, que recibió al equipo en la basílica. En plena euforia por los nuevos tiempos, se felicitó porque el club hubiera llegado a estos "sano y salvo" tras "el túnel de peripecias, sorpresas y asombros no esperados". Eufemismos para no citar la etapa atribuible a Agapito Iglesias.