Las generalizaciones están bien para las charlas de café. Sin embargo, en boca de un político o un intelectual las calificaciones simplistas son el camino directo al conflicto. La mayoría de quien se considera progresista lo subscribiría, pero a menudo se cae en el mismo error cuando se habla de los norteamericanos. En público y en privado se escuchan frases que podrían resumirse en una: los americanos son tontos. Las excepciones a esa regla son tantas que llega la hora de que muchos se replanteen el abandonar el "yankees go home". Una de estas excepciones es la canadiense (sí, los canadienses también son norteamericanos) Naomi Klein que acaba de visitar Barcelona. La autora de No Logo , uno de los más interesantes libros acerca de la globalización, sorprende como Michael Moore y la mayoría de los disidentes intelectuales norteamericanos por la fuerza y frescura de sus argumentos y por la determinación de sus acciones. En Barcelona por ejemplo, renunció a participar en el Forum porque estaba patrocinado por alguna de las marcas multinacionales a las que tanto critica. Un buen ejemplo de coherencia del que deberían tomar nota algunos de nuestros artistas comprometidos.

*Músico y gestor cultural