Nada, no hay nada que hacer. Cuando la cabra tira al monte, no hay cabrero que la cuide. Mire usted que parecía que, después del primer sofocón, el señor Rajoy intentaba bajar el tono como si hubiera entendido por fin que el gentío está hasta el gorro: A) de que le tomen por bobo, B) de que no le hagan ni puñetero caso y C) de que se pongan faltones y broncas. Pues, oiga, ha sido ventear las urnas y sufrir una recaída.

Ahí los tienen, como en sus momentos estelares, repitiendo a coro que galos y germanos han visto la luz y están con Bush como Mateo con la guitarra, que ZP está más solo que la una y que nos ha vuelto a llevar al rincón de la Historia, del que nos sacó Nuestro Héroe cuando se fue a la guerra como Mambrú. O sea, que vuelta a tomar por bobo al personal. Lo que, vuelta la oración por pasiva, significa que si hubieran ganado (o volvieran a ganar) nuestros muchachos seguirían liberando iraquíes a tiro limpio. Dale que te pego, Mariano. Las encuestas, como si no existieran, el que sabe, sabe, y el pueblo soberano a pagar impuestos y a votar al que hay que votar, sin meterse en política. Y, como de todo hay que sacar las debidas conclusiones, pues hale, a llamar mentiroso a ZP. Y corrupto a Borrell. Y, si no están satisfechos con eso, se pondrán farrucos y desempolvarán el GAL.

En fin, ellos sabrán. Como siguen empeñados en que lo del 14 de marzo fue una mezcla de alucinación colectiva y contubernio judeo-masónico, ¿para qué van a cambiar el chip?

*Periodista