Teruel tiene motivos sobrados para echarse a la calle y pedir una salida a su ostracismo. Las carencias y los déficits estructurales son tan evidentes que es normal que la provincia articulara un movimiento ciudadano --Teruel Existe-- que se mantenga vivo gobierne quien gobierne. Por eso, el dato conocido esta semana del incremento de un 50% de las inversiones recogidas en los Presupuestos Generales del Estado para la provincia no resta legitimidad a la protesta de hoy en Zaragoza. Otra cosa es que los PGE para el 2005 obligan a profundizar en el espíritu que debe presidir la protesta de hoy. No tiene sentido quejarse de desatención puntual del Ejecutivo de turno. En este momento más que nunca, la plataforma turolense ha de reivindicar un Pacto por Teruel que implique tanto a la Administración como a la sociedad civil y a las estructuras productivas. Sólo con la comunión de intereses y el compromiso real de las tres partes se conseguirá allanar el terreno para un futuro mejor en la provincia. La solución no depende únicamente de los trenes rápidos y de las carreteras desdobladas. Teruel necesita buen trato económico público, pero también una dosis de confianza y una estrategia posible, valiente y globalmente admitida.