La Consejería de Sanidad sigue en permanentes controversias. Se está viendo que no hay consejero que sirva para establecer un plan estratégico que convierta nuestro sistema (el mejor del mundo) en un servicio eficaz y eficiente. Se justifican, en este momento, en la necesidad de ajustar presupuestos eliminando servicios para que se pueda mantener lo que tenemos. Gracias a los buenos profesionales, que los hay, es posible que, al final, un enfermo sea atendido, pero cuando ocurre una incidencia, como ahora con la alarmante gripe A, los servicios se colapsan, la sensación de caos se instala y aumenta el estrés de los sanitarios. Pero ¿qué nos están vendiendo?, una realidad certera o una realidad provocada. Si no hay recursos suficientes para abrir plantas o contratar personal sanitario, cómo es que hay para pagar a las clínicas privadas operaciones derivadas de nuestros hospitales. Se pueden echar cuentas. Parece ser que nuestro Gobierno abona a la clínica privada entre 6.000 y 7.000 euros por una operación de rodilla, ¿cuánto costaría si lo hiciera dentro de nuestro sistema? Si como dicen es por aligerar las listas de espera, no deja de ser una solución puntual, porque, a los pocos meses, se vuelven a engrosar las listas de espera, mientras si se invierte en el sistema público, llegaría la amortización y la normalización. No obstante a partir de ahora, a Ricardo Oliván, la alcaldía de Zaragoza se lo ha puesto mucho más difícil por las consecuencias sanitarias que puede acarrear el permitir subir animales a los transportes públicos. Nuevas enfermedades, incluso pandemias pueden darse, no sé si los ideólogos municipales son conscientes o es que no están en sus cabales. Me temo que no.

Pintora y profesora