El desempleo sigue siendo el principal problema que detectan los españoles según el último sondeo del Centro de Investigaciones Sociológicas. Y eso que los recientes datos de la evolución del mercado laboral han registrado un descenso de más de 63.000 parados respecto al mes anterior, sin que esta caída permita olvidar que todavía existen más de tres millones de personas que no tienen trabajo.

Pero hay un dato que ha sido ensalzado por encima de todos, en junio España batió el récord histórico de ocupación, con 19,5 millones de afiliados a la Seguridad Social, una cifra que se acerca al anuncio de 20 millones que en su momento hizo Mariano Rajoy como reto posible cuando aún braceaba por mantener el Gobierno. Ya casi. Pero esa perspectiva, que a priori debe ser interpretada como positiva, no deja de encerrar trampas que la hacen menos resolutiva de lo que cabría esperar. Si esta cifra supera la de junio de 2007, justo antes del estallido de la crisis económica, el soporte que da a la calidad de vida de los españoles no es exactamente el mismo.

También Aragón, con 589.000 trabajadores afiliados se ha situado en cifras que no se conocían desde septiembre del 2008. Un año antes, sin embargo, se registraban 33.000 desempleados y ahora, once años después, ha logrado bajar de la barrera de… 60.000 parados. Y hay que apuntar algunos agravantes, desconocidos entonces. En la comunidad, más del 13% de las personas con empleo padece exclusión social, según el informe de Cáritas y la fundación Foessa. Es decir, con trabajo, pero en la miseria. Y habiendo tantos afiliados tampoco se llega a financiar las pensiones. Volvemos a los salarios y aportaciones como la clave del desequilibrio.