L os informes predictivos sobre la economía no dejan de ser análisis a futuro, con toda la incertidumbre que conlleva prever y emitir juicios sobre situaciones que evolucionan de forma constante y que pueden modificar el resultado final. Pero son guías que alimentan las perspectivas de la ciudadanía y que generan por sí mismas una influencia en las actitudes con las que se afronta el más o menos inmediato futuro. Aunque, como en cualquier estudio que incluye variables, los resultados no tienen por qué coincidir al milímetro.

Si a primeros del pasado febrero la Fundación Basilio Paraíso de la Cámara de Comercio de Zaragoza anunciaba para este año un punto de inflexión en el crecimiento aragonés, que se reduciría al 2,6% y caería hasta el 2% en el 2018, con repercusiones negativas en el empleo, con el estancamiento de la tasa de paro, un mes más tarde otro informe sobre la situación económica de la comunidad, le da la vuelta al marcador. El servicio de estudios del BBVA para el mismo plazo establece un crecimiento del 2,9% y 2,8% respectivamente. No son pocas las tres décimas de diferencia el primer año, pero las ocho del siguiente son un mundo.

Así, al BBVA le sale una previsión de 20.000 empleos generados en ese periodo. Y eso que las incertidumbres exteriores que barajan ambos estudios son las mismas: precio de la energía, brexit y Trump y sus consecuencias. Pero si hay que tomar decisiones económicas los escenarios que se plantean no son los mismos. Dos focos que alumbran caminos distintos.

*Periodista