Causa sonrojo que el Gobierno de España tenga que verse sometido a la fiscalización de la Comisión Europea por su política de recorte de las becas Erasmus. Ayer se registró el segundo encontronazo en pocos meses con Bruselas a cuenta de estas ayudas, cuya reducción ha pretendido disimular el ministerio de José Ignacio Wert mediante estancias más cortas de los estudiantes de formación profesional y superior. El mismo manejo de la situación económica que provoca el éxodo forzoso de la juventud hacia el extranjero cercena sus expectativas cuando se trata de un desplazamiento querido y necesario para todo el país, el que ensancha sus conocimientos. El hecho de que la Comisión haya retocado los criterios de ayuda a los erasmus, aunque subiendo la partida, no justifica de ninguna manera el retroceso aplicado a las ayudas del ministerio, que se suma al descenso de otras aportaciones, como las de las comunidades. España no puede ofrecer la imagen de un Estado que se diferencia del resto de miembros de la UE precisamente en lo más importante, el compromiso educativo.