En 1688 y en el seno de una familia católica londinense, nació Alexander Pope. Eran aquellos malos tiempos para los católicos ingleses, cuyo último rey, el católico Jacobo II, fue depuesto ese mismo año por la «Gloriosa Revolución», y sustituido en el trono de Inglaterra por un príncipe holandés, y protestante, Guillermo III, que también fue rey de Escocia como Guillermo II.

La familia de Pope tuvo que refugiase en el condado de Berkshire, huyendo del ambiente anticatólico de Londres. Pope se educó en su propia casa y muy joven comenzó a escribir poemas y textos satíricos. Enfermizo, con problemas en la columna vertebral y de cuerpo menguado (apenas medía 1,40 m.), encontró en la poesía su medio de evasión y, quizá, de libertad. Leí algunos de sus poemas hace tiempo, porque yo andaba escribiendo mi novela El amor y la muerte, sobre los amores trágicos de Eloísa y Abelardo, a los cuales Pope dedicó un sentido poema en su libro El rizo robado, de 1712.

Pero además del mejor poeta inglés del siglo XVIII, Pope fue un escritor con un sentido de la sátira extraordinario, que plasmó en sus libros Ensayo sobra la crítica, de 1711, y The Dunciad, de 1728; no en vano fue amigo íntimo de Jonathan Swift, autor de Los viajes de Gulliver, la sátira más mordaz sobre la hipócrita sociedad inglesa de esa época.

Pope dejó en sus obras unas reflexiones que siguen muy vigentes tres siglos después. La más conocida es «Errar es humano, perdonar es divino, rectificar es de sabios», pero yo prefiero esta otra «El que dice una mentira no sabe qué tarea ha asumido, porque estará obligado a inventar veinte más para sostener la certeza de esta primera».

Estas máximas de Alexander Pope parecen escritas a propósito sobre el actual presidente del Gobierno de España (y también sobre una buena ristra de políticos contemporáneos).

Porque si de sabios es rectificar, el presidente Pedro Sánchez debe de ser uno de los hombres más sabios del mundo, pues muda de opinión con tal facilidad, tal rapidez y tanta frecuencia que, si no fuera por la relación espacio-tiempo, parecería ser el mismísimo modelo que inspiró al poeta (y traductor) Pope en sus obras satíricas.

Porque hay que ser muy sabio para rectificar tanto, en tan poco tiempo y en tantas cosas como el presidente: el referéndum en Cataluña, el nacionalismo supremacista, la valoración de Podemos, la relación con el antes «racista» y ahora honorable president Quim Torra, etc, etc, etc. Sánchez, un verdadero sabio, aunque a algunos les cueste entenderlo.

*Escritor e historiador