Este año ni siquiera hay que discutir o demostrar que las cifras de los Presupuestos Generales del Estado (PGE) son malas para esta comunidad. Los mismos miembros del Gobierno de Aragón se han quedado estupefactos al conocerlas, y así lo han dicho claramente. Semejante martillazo no se puede disimular. Los primeros espadas no han asomado. Aún deben de estar en sendas camas pensando qué es lo que ha ocurrido. El palo ha sido, en efecto, brutal. En primer lugar, requiere una explicación inmediata de Madrid, una explicación y una disculpa. No se puede estar diciendo una cosa --anteayer mismo--, y no reflejarla en el PGE. No vale el paripé de la Moncloa si luego no hay partidas en los presupuestos. Si no hay una rectificación inmediata, si no reconocen que se han equivocado y ponen una buena excusa, el PSOE aragonés queda en una situación lamentable. Si Madrid no reacciona inmediatamente y corrige al alza esos números infamantes, el Gobierno de Aragón debe retirar a sus parlamentarios del Congreso, convocar manifestaciones, cortar las carreteras como han hecho los alcaldes sin médico, atarse a los leones del Congreso... y si estas medidas higiénicas no sirven para que ZP le quite el muermo a Solbes y corrija los números, el Gobierno de Aragón debe dimitir, disolver las Cortes, dejarlo estar. O eso o fotocopiar el Plan Ibarretxe . O las dos cosas. Echarla gorda es la única forma de que Madrid acabe una carretera, un cinturón, una variante. Por desgracia, España sólo reacciona si se la cuestiona. La sumisión no es buena estrategia. Tanto con Aznar como con ZP o antes con FG, Aragón ha estado soportando la marginación y poniendo la otra mejilla: "Utilízanos". Ayer se rompió el espejismo de la estabilidad, pues sin dinero no hay estabilidad que valga. Y el dinero no se refleja en los aperitivos sino en los Presupuestos Generales del Estado. Ahora se ve que la respuesta de Solbes a Labordeta en el Congreso sobre que no iba a pagar la deuda sanitaria no era una pájara, ni una dilación. El mismo vicepresidente del Gobierno de Aragón sugirió ayer, en un rapto de amargura histórica, que la propia comunidad acometa las obras por su cuenta, con sus empresarios y tal. Perfecto. De hecho ya habíamos empezado tímidamente a licitar miniautopistas. Pero entonces no necesitamos a España para nada.

*Escritor y periodista