El presidente de Aragón, Javier Lambán, confirmó ayer, sin mucho entusiasmo, que se ha empezado a trabajar en «la idea» de que los Pirineos aragoneses y catalanes acojan en el 2030 la celebración de los Juegos Olímpicos de invierno, cuya sede central estaría en Barcelona. Sorprende el anuncio, por el tiempo, la forma y lo poco que hasta ahora se conoce de un proyecto que retoma un anhelo que se intentó en cuatro ocasiones anteriores y que desde Aragón se descartó tras no lograr que se celebraran en Jaca en el 2022.

La propuesta actual nada tiene que ver con los proyectos impulsados anteriormente, y que contaron con tantos partidarios como detractores. La candidatura que se pretende plantear ahora parte de Cataluña y cuenta con la implicación directa del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. El apoyo del Gobierno español es uno de los puntos que se incluyen en la mesa de diálogo con Cataluña que precisamente se reúne la próxima semana. No es casual que este anuncio se filtrara hace dos días y lo ratificara el propio presidente del Comité Olímpico Español, Alejandro Blanco.

La propuesta no deja de ser un tanto estrambótica, ya que la sede estaría en Barcelona, una ciudad costera y mediterránea sin infraestructuras adecuadas para practicar deportes invernales. De este modo, la candidatura en la que se trabaja desde Cataluña se denominaría Barcelona 2030, pero es consciente de que no tiene ningún viso de salir adelante sin el concurso de las instalaciones del Pirineo alto aragonés, por lo que las incluye dentro de sus negociaciones con el Gobierno español. En este sentido, Aragón no puede ser una mera comparsa en esta candidatura, que servirá además para justificar el apoyo por parte del Estado de nuevas infraestructuras en Cataluña, como el desdoblamiento de parte de la línea de tren Barcelona-Vic-Puigcerdá o el tercer carril que se tiene que hacer en la C-16 en la comarca del Berguedá. Una forma de tratar de compensar y apaciguar los ánimos de un Gobierno que sigue teniendo en su horizonte la independencia de Cataluña. Por tanto, la implicación de Aragón no puede ser subordinada ni ser actor secundario en un escenario tan complejo como el frente abierto entre el Gobierno catalán y el español. Y más cuando las relaciones entre Lambán y el presidente de la Generalitat, Quim Torra, son pésimas.

Además, rescatar ahora una candidatura olímpica de invierno plantea otras dudas que deben resolverse si la apuesta por este acontecimiento es firme. La primera, saber si en un momento en el que el cambio climático ataca con fuerza la cordillera pirenaica habrá la suficiente nieve y bajas temperaturas como para que se pueda celebrar. Otra cuestión que se debe tener muy en cuenta es que cualquier actuación debe ser muy respetuosa con el medioambiente. Y más coincidiendo la fecha, 2030, con la marcada en los objetivos de desarrollo sostenible.

También habrá que ver el encaje del proyecto en el cuatripartito que tendrá que iniciar los trabajos de la candidatura, ya que ni CHA ni Podemos eran partidarios en su día de macroproyectos en el Pirineo.