La novela negra abunda en rarezas y excepciones, muchas de las cuales se van olvidando con el paso del tiempo. Otras, por fortuna, perduran. Sería la circunstancia de Friedrich Dürrenmatt, dramaturgo suizo de merecida fama en el género teatral, quien asimismo cultivó el arte de la novela policíaca. Ahora, al cumplirse el centenario del autor, el sello Tusquets rescata sus mejores títulos.

Protagonizados en su mayor parte por un curioso personaje, el comisario Bärlarch, ciertamente original en su manera de resolver los casos y, sobre todo, de enfocarlos moral y filosóficamente. La formación estética e ideológica del autor le llevó a tomar en consideración y a dotar a Bärlach con todo ese arsenal de sentimientos y reglamentos que separa la orilla del bien y la orilla del mal, para condenar o penalizar a aquellos que la crucen.

En La sospecha, por ejemplo, una de las mejores novelas de Dürrenmatt, Bärlach deberá enfrentarse a un médico nazi huido de los tribunales y protegido tras una segunda identidad. Dándose, además, la circunstancia de que el comisario, ya mayor de edad, se encuentra enfermo. Tras una serie de episodios consustanciales a la trama, caerá en manos de dicho cirujano, de quien recela sea un criminal de guerra.

A partir del encuentro entre estos dos roles antagónicos, y en el marco de un sofisticado hospital, cuyas enfermeras y medicamentos bien podrían en un determinado momento representar una amenaza para alguno de los pacientes que, como el comisario Bärlach, pretendieran esgrimir un elemento de desestabilización, la lucha psicológica se tornará claustrofóbica, enconada y, sobre todo, terriblemente igualada. Porque Bärlach no suele enfrentarse a rateros de medio pelo, sino a criminales muy curtidos e intelectualmente dotados, gigantes del mal, como él los llama, identificándose a menudo con Don Quijote en su ilusionante y seguramente ilusa intención de cambiar el mundo.

Una novela extraña, extraordinaria en su simplicidad y, al mismo tiempo, nada simple en su complejidad temática, con el plano moral de la naturaleza humana más presente que los contrapicados del misterio argumental y con una oscura atmósfera, casi sin vida, donde la inteligencia ha sustituido a la acción y la psicología a la intriga.