El Forum de Barcelona ha sido escenario de un debate sobre la función de los escritores como referencia moral en nuestra sociedad: algunos autores, como Saramago y Carlos Fuentes, rechazan tal responsabilidad, cuando otros únicamente pueden concebir su obra desde un compromiso ético y social.

El tiempo tiende a clasificar las obras literarias en efímeras o inmortales: aquellas que únicamente persiguen el entretenimiento u otros objetivos aún más restringidos difícilmente perduran en la memoria, mientras que las grandes obras alcanzan el título de maestras por su calidad, al margen de que defiendan o ignoren conceptos morales. Quizá pueda parecer excesiva y presuntuosa la aspiración de un escritor a constituirse en referente moral; sin embargo, como seres humanos y cualquiera que sea nuestra vocación o profesión, todos tenemos la obligación de defender nuestras ideas, nuestro sentido de lo que está bien y de lo que no lo está, y, sobre todo, de actuar de acuerdo con lo que pensamos; si, además, disponemos de voz para denunciar las injusticias o para estimular las iniciativas por un mundo mejor, sería lamentable no utilizarla.

*Escritora